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LOS CRONISTAS DEL PERU

143

que 'el

24

de Septiembre de

1542,

ofreciéndose como caballero hfjodalgo, con

su caballo

y

sus armas. Van hasta Zarag;oza, pero al

ll~ar

saben que el Rey

de Francia se ha retirado de Perpiñán

y

que todos los caballeros regresan a

1

sus casas.

El premio a sus grandes servicios fueron 600 ducados de renta que los

destina en juros perpetuos en las alcabalas de Sevilla

y

Jerez de los Caballe- •

ros, vinculados en forma de mayorazgo en

~~

cabeza de .su hijo Gpnzalo Ruiz

de Arce, para sí

y

sus descendientes. Además la Emperatriz le otorgó un nue–

vo escudo de armas, de acuerdo a su calidad de conquistador del Perú.

Para perennizar este glorioso mayorazgo, el conquistador nos deja' un

manuscrito inédito titulado: "Advertencias que hizo el fundador de el Víncu–

lo

y

Mayorazgo a los sucesores de él", el que, lejos de ser unas meras ad–

vertencias, constituyen toda una extensa Crónica del

descubrimien~o

y

con–

quista del Perú.

La crónica de Ruiz de Arce, aparte de su parte histórico-narrativa de la.

Conquista, en donde él es testigo

y

actor, es además un relato descriptivo

geográfico-etnográfico de todos los lugares que él recorre; de su. fauna

y

flo–

ra, de las razas, 'idiomas, usos, costumbres, vestidos, ritos, cosas, etc., que

denot~

un espiritu sereno, pon'derado, curioso

y

observador.

Su narración es ademá;:; emocional; cómo se siente sorprendido

cu~ndo

narra el encuentro con su jefe, Pizarra, en la bahía de San Mateo; las peripe–

cias del viaje

y

las penurias, como el comerse sus estimabilísimqs caballos

cuando no hay nada para el yantar en las junglas

y

manglares, en los de–

siertos; describe el encuentro de los suyos con ,el Inca Atao Huallpa, con todos

sus pormenores, los colores de los -vestidos

y

su ornamentación ajedrezada;

la vajilla magnífica del soberano; los servidores

y

servidoras

y

la manera su-

. misa con que le servían; la descripción de lo's monumentos arquitectónicos

de 'todo el Imperio, como la fortaJeza de Tumpis o la de la gran ciudad del

Cuseo con sus cuatro mil casas entre lo1¡1 dos ríos qtie la cruzan, sus forta–

lezas, su ajllawasi con sus doncellas, a exornación da sus palacios con oro,

plata

y

pedrería; el cultivo de la tierra

y

la distribución del trabajo

y

todos

los objetos de oro que vió atónito

y

admirado en 1os repartos de Cajamarca

y

del Cusca. Por todo ello esta Crónica de la: Conquista tiene un valor sin–

gular

y

sería de desear que esta Crónica (publicada en el ''Boleün de la Aca–

demia de la Historia, Madrid,

1933)

fuese impresa en libro seP,arado, para

bien de nuestro$ estudiosos

y

aumento "de las fuentes de la historia peruana

al alcan¡¡:e del estudiante universitario.

CAPITULO XIII

CRONISTAS DE LAS GUERRAS CIVILES

Antes de continuar ocupándonos de los cronistas de esta época, como

Gutiérrez de Santa Clara, el Palentino

Y

Calvete de la Estrela, conviene ha-