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LOS CRO!-SISTAS DEI, PERU

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45.-Dieqo Fernández, El Palentino.-No

sabemos la época del

na:cimien~

to de este tan discutido y discutidor cronista de las Guerras Civiles del Perú,

sólo sí que fuá natural de la ciudad ·de

Palenci~,

co!Ilo él lo declara en su

obra, razón por la cual más se le conoce con el nombre de el Palentino. Hubo

de tener alguna ilustración, puesto que en el Perú desempeñó el puesto de

escribano de número en la Ciudad de l(J.s Reyes.

.

Llegó al Perú después de la Conquista, y lo encontramos, por primera

vez, sirviendo a las órdenes del Rey co.ntra el i'nsurgente Francisc9

Hernán~

dez de Jirón, en 1554. La Audiencia, probablemente como premio a sus ser–

vicios, le nombró Escribano de Número, vendiendo después este puesto para

regresar a la Península; pero antes, el Virrey.Marqués de Cañete llegó a es–

timarlo bastante y le nombró Cronista Oficial, con 600 pesos de renta al año,

para que escribiera acerca dé la rebelión de Hernández Girón, comq lo ·hizo,

segÚn expresa declaración en la dedicatoria de su Crónica al Rey Felipe II.

Ignoramos si llegó a publicarse, ni donde se halle el manuscrito original. El

cargo

de~

Cronista del Perú le fué quitado por Real Cédula de 12 de junio de

1559. Debemos recordar que en esta época los rencores y rencillas de las

guerras pasadas en el Perú estaban latentes todavía, y suponemos ¡:¡ue el

Pa~

lentino hirió a muclfos con su pluma, y éstos gestionaron del Rey la no

pu~

blicación de esta crónica y quizá debido a ello aún lo hicieron remover del

cargo.

De Vl.lelta a España:, entre los. años 1568 al 70, traba grande amistad con

el ex-Visitador. de Méjico don Francisco Tello

d~

Sandoval, quien, a la par

de Núñez

'f

ela, vino a América para poner en práctica las famosas Orde–

nanzas de 1542 y que, como en

~1

Perú, produieron gran indigi}ación y pro–

testa, y aún dicen qtie los · vecinos de México recibieron al Visitador Tello

vestidós de luto_,Y (como Q.iiimos antes al tratar de Gutiérrez de Santa Clara)

se calmaron los

~irnos

por el tino de este funcionario, lo que no sucedió con

el Virrey Núñez de Vela. Con esto se comprueban las· malas consecuencias

de las; sugestiones del P. Las Casas ante el ánimo de Carlos V y cómo la le–

gislación no debía ceñirse a lo puramente

españ~,

sino tomando muy en

cuenta el medio ambiente y la realidad- americana; pero es lo cierto que de–

bido al estímülo de Tello de San,doval, que quizás quería con ello justificar

sh

conducta, escribió don Diego rernández su l"!ista'ria

d~l

Perú, en dos partes

o libros, en la que trata de la gran• insurrección de don Gonzalo Pizarra hasta

su trágico fin, cerca del Cusca. Esta obra llegó a imprimirse en Sevilla, el

año 1571, pero aú)l no había salido de la prensa el tiráie de 1500 ejemplares,

cuando la tempestad y las protestas contra esta crónica se repitieron como su

anterior escrito en el Perú sobre la' revolución de Hernández Gir6n, por donde

se 've claramente, cómo el Palentino tenía enemigos poderosos, por lo cual

el Rey Felipe II ;omisionó al cronista Juan López de Velasco para que emi–

tiera su parecer si debía darse a la publicidad o no; éste

~mitió

su inform9

reservado, con fecha 16 de mayo de 1572, manifestando que "en

mucho~ lu~

'

1

gares de los reprendidos en la obra son en irúamia y nota de deslealtad de

'