.
,
/
146
JULIAN SANTISTEBAN OCHOA
exagerar ni reducir; es también exacto en sus adtos, y
e'h
esto aventaja al
mismo Cieza; por otro lado, mestizo al fin, tiene tal gracia y soltura en su es–
tilo que encanta y no ca,nsa su lectura. Es de recordar cómo nos describe
tan patéticamente los desfiles, fiestas, recibimientos, exhibiciones, saraos, char–
las y hasta los crímenes, como el cometido por el Virrey en la persona del
factor Illan Suárez de CC!Ibaial, donde llega hasta hacernbs e'stremecer. ' En
resumen, es la mejor obra de consulta ·para estudiar la gran revolución de
Gonzalo Pizarra en el Perú, y urgar. en sus motivos y proyetciones.
Aparte de ello, en el cuarto .libro de los qufhquenariós, hace un parénter
sis en la narración del movimiento pizarrista-carbaíeliano, para narramos, co–
mo él mismo dice, brevemente las cosas naturales
y
grandezas de las pro–
vincias del Perú, de la cultura incaica, sus leyes, costumbres, religión, etc., de
tal manera que puede servirnos para un estudió de la época prehispánica;
llama la atención,
sobr~
todo, la famosa leyenda de la invasión de hombres
gigantes a las costas de Manta y Puerto Viejo (hoy eeuatorianas), sus vicios
y su destrucción por el fuego divino, cD1e ·nos recuerdan a otros cronistas,
como Cabello¡ de
~alboa, Ci~za
y otros; lo raro es que esta invasión, dice, se
realizó ya en su tiempo del Inca Yupanki y cuenta cómo éste la contuvo jun–
tamente qU:e el
~aca
de Chimú. En el libro V trata también, brevemente,
acerca de la conqUlsta de la Nueva España o México, que siempre la llama
Tenochtitlan.
Hasta el capítulo XIV de su obra, confiesa honradamente Gutiérrez, la to–
mó de
lo~
escritos de Francisco de Maldonado, que fué regidor del awnta–
miento del Cusca, quien murió ajusticiado en está ciudad de orden de la Gas..:
ca, en abril dé 1548. · Él marmscrito original se conserva en la Biblioteca pro–
vinCial
d~
Toledo, reunida probablemente por
~1
Cardenal Lorenzana.
Los Quinquenarios, poco estudiados hasta hoy, nos podrán convencer
tnás que ninguna otra obra de los resultados fatales que se desarrollaron en
~1
Perú a consecuencia de las mal atinadas Ordenanzas Reales de 1542, suge–
ridas por el fanático padre De Las Casas, poco amante de la realidad. y de
su· no menos te.starudo aplicador el Virrey Núñez de Vela, cosa que no ocu-
.rrió en México por la prudenCia
y
tino que Tello de Sandoval tuvo en aplicar-
las parciálmente y en
s~penderlas
en parte.
.
Es debido a la· infatigable labor de don Manuel Serrano y Sanz que, en
1904, se aplicó la obra de
Gutiérre:~;
de Santa Clara, en los tomos II, III, IV, y
X, de la colección de Libros y Documentos referentes a la Historia de Amé–
rica~
como una conu_-ibución al estudiq de las 'Guerras Civ;Iles del
~erú~
Gutiérrez de Santa Clara es el único cronista mejicano que se ocupa del
Perú, así como· México tiene a Garcilaso
como
su cronista peruano, en la .Flo–
rida del Inca. Esto puede servir :para hacernos ver. una vez más, la profun–
da analogía, paralelismo y compensación, que por misterioso sino de la his–
toria
gu~dan
nuestros dos pueblos hermanos.
/