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~-6-

2º ¿Que cara.cteres d eb e n d istinguir a los hombres

que

eu la democracia ejercit<in

el

po:ler púhlico?

1.-CARA..CTEKES PROPIOS DE LOS CIUDA;DA–

NOS EN EL REGillEN DEMOCRATICO.

Manifestar su parecer sobre los rl eberes y los sacrificios

que se le im,,>onen, n 0 verse obliga d o a obedecer sin hRber si–

d u oído: he ahí d os d erechos d el ciud a dano que encuentra en

la democracia, como lo indiea s u mi sm0 nombre, su expresión.

Por la solidez, armonía

y

huenos frutos de este contacto en–

tre los ciud a d a no s

y

el g obiern o dd E,;;tado se puede recono–

cer si una clemocra ci a es verd R1l e ramente sana y equilibrada

y cuál es s u fuerza de vida y d e desarrollo. Adem{ls, p or lo

que se refiere a la extensifln

y

n a turalez 'l de los sacrificios

µc:didos a toJos los ciudadanos-en nuestra época, cuando es

tan vasta y d eci"iva la ·aci vtidi:ld del E;;tadu-, la forma de·

mocr(ltica de gobierno se presenta a muchos como postulado

natural

~mpl!lesto

'por la razón misma . Pero cuando se recla–

ma "más democracia y m ejor <lemocracia," una tal exigencia

no puede tener otra significación que la rle póner al · ciudada–

no cada vez más en condición de tener apinión personal pro–

pia

y

de manifest a rla'

y

hac~rla

valer de . manera · conveniente

para el bien común.

'

Pueblo

y

masa.

1

De esto s e deduce una primera conciusión necesaria con su

consecuencia práctica . El E ' tado

1

no contiene en sf ni l"eune

m ecánica mente en dete min a do territorio una aglomeraci 6 n

amorfa de indi ,viduo s.

Es

y

d eb e ser, en realidad, la un.idad

orgá1)ica y prga niza d_ora de un verd a dero pueblo.

Pueblo

y

multitud am o rfa o,

c~mo

se suele decir, ''masa"

son dos conceptos diversos . El pu..blo

vive

y se mueve con

vid a prppia; ·la

m qs a

es p o r si mi sm a inerte, y no puede reci–

bir movimiento sino di; fu er a . El pueblo vive de la plenitud

de la vida de los hombres que lo componen, cada nno de los

cu éi les-en su propio puesto y a s u m a nera-es per.sona cons–

ciente de Sl!l s pro pias res ponsabilida d es

y

de sus convkciones

propias. La mas a, po r el co ntra ri o , .es pera el impulso de fue–

ra, j ugUc te fác il en lRs manos d e un cu a lquiera que explota sus

io , tintos o im ¡.> re..; io 1es, dis pu -s t a a segui r , cad a vez una, hoy

ésta, m a ñ a na a quella otra b a ndera. De la exuberancia de vi–

da de un' pueblo verdadero, la vid a se difunde abundahte y ri–

ca t:n

el

Estado y en t o d os sus órganos, infundiendo en e.llos

coa vigur, que se r e irneva incesantem ·nte, la conciencia de la.