CAPITULO XI
El caci, o ayuno,
comenzó
aquel día, para celebrar la fiesta
de la Citua,
la cual
tenía por
objeto rogar a lnti librase a sus
Hijos i a su pueblo de las enfer–
medad&
i
desgracias.
Era el primer día de Luna
de setiembre,
después del equi–
noccio de primavera.
La hermosa ciudad de Tu–
mipampa,
al igual que Kosko,
la divina Ciudad
del Sol, i de
RUs Hijos, se -sumió
en el silen–
{;JO
i la meditación.
Retirados
de
~us
mujeres,
los hombres, no salieron de sus
casas, en las cuales no se encen·
dió lumbre; pues todos sólo de–
bían probar
en aquel
día un
!JOCO
de maíz crudo.
Hasta los
niños no debe–
rían probar este
alimento sino
una rola vez.
La Noche
fue
devorando
los últimos
fulgores del Astro
del día, cuando comenzó a reu–
nirse en el palacio de Sapan In–
ka, toda su parentela.
De igual modo comenzaron
a reunirse en todos los hogares.
1 mientras en el palacio del
Monarca,
las
ceremonias eran
presididas por Auki Amaru Tú–
pac lnka, por ser
!:<U
tío i el pa–
riente de más rango, en cada ca-
sa fueron presididas
por
el
pa–
riente de más alta jerarquía.
Así en unas casas presidía
el padre; en ótras,
el tío, i en
ót-ras, el hermano mayor ..... .
Cojieron
a los niños entre
cinco i diez años de edad. i pro–
cedieron a extraerles un poco de
sangre de\ entre las cejas, enci–
ma de la nariz, i con esa sangre
amasaron el cancu, o pan sagra•
do, el cual cocieron en ollas que
hacían
las veces
de pequeños
hornos.
Al mismo
tiempo amasa–
ron también el pan sin sangre,
el cual fue cocido en otras ollas
de mayor tamaño.
Antes del
amanecer, cada
cual se bañó en bañera especial,
i se limpió todo el cuerpo con
la masa preparada con sangre
i
sacada a medio cocer.
El agua fue guardada para
Echarla en los arroyos la noche
siguiente,
i
con la masa unt6 el
pariente mayor el umbral de la
puerta, para señal de que allí se
había hecho
ya el
lavatorio
i
limpiado todos los males. ·
E! Sol fue ascendiendo con
la alegría
de un niño juguetón
que aguaitara de!:de las cumbres
de las montañas, cuando el Im–
perio todo le rindió su más emo-