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-97-

con riqutstmo llautu

verde, hal–

laron ante el Monarca una danza

propia de aquel las

tierras, que

gur.1tó al Inka i a todos los corte–

Anos.

Huaina Kápac quedó más

prendado de la hermosura de las

princesas, i las hizo sentar a sus

pies, junto al usntt, en el cual iba

ya adormeciéndose

La

Reina se le acercó, i des–

pués de reverenciarle, murmuró

con pasión ardiente de enamora–

da:

-Sapan lnka, Señor de '1 a–

huantinsuyu: tómalas: te pertene-

ceo.

El lnka la miró

con cierta

ternura que

fugazmente iluminó

la serena majestad de

su sem-

blante de dios .... .. , .

La Reina

hizo

una seña.

Entraron enseguida ocho prince–

sas, escojidas entre las más be–

llas

de todo su Reino, portando

presentes maravillosos.

Vajilla de oro, con incrusta–

ciones de esmeraldas i perlas ; un

ánfora en cuyo vuelo se veía al

dios kitu; vasos enormes, recar–

gados de dibujos

ornamentales;

una túnica i un manto hechos de

pieles de murciélagos, recamados

i flecados con oro, cuya confec–

ción maravilló al lnka i ms no–

bles, pues parecían no tener una

sola costura:

i

por sobre todo,

dos grandes collares de esmeral–

das finísimafl, en las que los ar–

tistas

habían

puesto

toda su

maestría.

Uno de los

collares rema–

taba en la imagen del Sol, bu–

rilado en oro por l'jauka, el más

grande artífice siri ; i el ótro re-

mataba

en una

grande, corno un

lí.

esmeralda tan

huevo de. cucu·

-Sapan lnka,- dijo la Rei–

na:- tuyo es este

h~milde

presen–

te.

El lnka sonrió.

-Presente de Reina,- d ijo;

i

le colocó la mano en el hombro,

en señal

de favor, mientras lo

Reina permanecía.

inclinada ctn

actitud de rever.encia amorosa.

Los nobles contemplaron la

escena con alegría,

i"

prorrumpie–

ron en

exclamaciones

de entu•

siasmo, de veneración

i resp'eto

al Monarca.

Continuó el baile.

La fiesta

se tornó bullicio–

sa; todos reían i animaban la di-

versión ... .. .

La Reina que acababa de a–

gaSajar a todos

cumplidamente,

brindando con ello!l su riquísima

sora, volvió acercarse al Monar–

ca,

i

murmuró con voz armonio-

sa:

-Apu: he ahí A tau Hualpa;

tu hijo.

Es

hermoso

i valiente,

como digno hijo tuyo, como que ·

es Hijo del Sol.

Huaina Kápac le contempló.

con cariño

i con tanta ternura,

que la Reina se atrevió a conti–

nuar:

-Sin tu orden

nada puede

moverse en el mundo, i sinem–

bargo tu corazón es tan grande

i tan bueno, como tu Padre, que

da vida a los luceros i a las hor–

migas i alumbra a

los buenos

a lGs malvados . . . . . . . .

Luego añadió más osada:

-Sapan lnka :

"OÍ

feliz a

tu

lado ; pero una am \'¡'gura entur-