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al campo su emoción de alegrÍa
i
de vida.
¡Inefable época de la cose·
(;ha i la madurez
1• • • • •
Las tie–
rras se
en~regaban
al
Sol con vo–
luptuo~
idad de fecundidad.
Amaril'laba
el paisaje con
e!
color especial
de la mies,
1
una bnsa li:Or-tüal risaba los cam–
pos, dándoles
la apariencia de
un océano en calmá..... .
El
Sol
se
cayó tras los' ce–
rros de Kuntisuyu,
cuando los
Kuliakas suspendieron
la
labor
de la tarde.
Hora en que todos se sen–
ta-ron a
la
cuotidiana comida.
Felicidad estomacal por la cual
luchan los hombres.
En la cabecera del panca!
i
alrededor del enorme montón de
maíz,
~·e
improvisaron
las me–
llas, tendiendo
sobre la yerba
1
;sobre
las
pancas
frescas,
los
blancos manteles, sobre los que
se sirviel'on
los choclos sabro·
sos.
En mates limpios
como la
plata recién bruñida, se sirvió el
más e":.quisito
caldo de charqui
de
llama cebado, que el pueblo
~abon~ó
con todo deleite, sazo–
nándo!o
con brillantes
rocotos
de un picor exquisito i fragante.
La aka se e:1canció a profu–
sión; i ella reconfortó i devolvió
las fuerzas perdidas en
el
traba·
jo.
¡Divino licor; regalo de dio–
ses; que aleja
el cansancio, ie·
vanta el ánimo i vuelve nuevo al
hombre arruinado por el esfuer·
zo de todo el día
1..... .
Redoblaron
las
tinyas. El
pueblo se espareió por los cam–
pos,
buscando,
una
parte, la
paz i el descanso
que sólo se
hrullla en el tibio rincón del ho–
gar; mientras
el
resto, se fue a–
dentrando en las chukllas. impro–
viradas
en la apacible
tibieza
de los maizales maduros.
Una Luna casi madura, que–
dó flotando en el cielo, cuaado
la luz diurna acabó por morirse
en las ág;rias montañas del An-
•
1
bsuyu.
Hualpa Rupa se fue aden–
trando en su casa, mientras en
el
patio
abierto
1'/ausa Sonko
se despedía de Pasña. Luego se
perdió en un
sendero, seguido
del allco,
(perro
doméstico) ,
que largando la lengua, sonreía
con humana malicia, contemplaR–
do al amo tan contento
i
feliz.
Mientras Pasña disponía las
cama~..
los muchachos
se divett–
tían contemplando a la Luna.
Nadie quería dormir.
Por todas partes 'se encen·
dieron fogatas
que alumbraron
el valle con sangrienta luz, casi
hasta el amanecer.
Se escucharon las charlas
i
la alegría de la cosecha ..... ·.
Por aquí se bailaba, por allí
se entonaba bello canto de amor.
Entretanto Kosko
se estre–
. mecía con la diversión cuotidia–
na de los Hijos del Sol.
Así se fue continuando has–
ta terminar las cosechas i guar–
dar las mazorcas, época en que
se celebraba una fiesta especial,
quemando
sebo en homenaje a
lnti, junto a los colkas
(grane·
ros); Togándole a Dios conserva·