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-Vamos, paloma.
De un salto estuvo
aJ
lado
de Pasña .
Ambos cojieron sus
cargas, i se fueron casi corrien–
do, alegres
i
juguetones.
Llegaron i vaciaron su car–
ga; luego
la madre
de Pasña
les
brindó
un purunku de
~hi
cha, que los muchachos bebie–
ron con sed ...•••
Los kurakas
H~maron
en
e–
se istante
al
descanso.
Especiales servidores escan–
ciaron la chicha,
que la gente
bebió con toda avidez.
Se formaron centenares de
grupos,
en los que se charlaba
con animac10n.
Los viejos co–
mentaban
la abundancia
de la
cosecha, i los mozos se entrete–
nían diciéndos.e
chanzas o ha-
/ blando de amor.
fílausa Sonko
i Pasña, des–
cansaban a la sombra de un mo–
lle frondoso,
i
se hablaban todo
un poema
de
esperanza
i de
amor
Por
las fauces
de la ace–
quia, corría el agua cantando.
-Te amo más que a las ni–
ñas de t:nis ojos; más que la ur–
pl
a
su nido,- decía
ella, en
ese momento.
El la tomó de las manos, i
emocionado, i lleno de una fe–
licidad c,asi absoluta, la repitió:
-Pasña: tú eres el latido de
mi corazón, mi
vida mísma .
c.
Qué haría yo
si en el mundo
faltaras
tú~
-Si yo muriera.
rogar~a
a
lnti me conceda la dicha de lle–
varte i tenerte a mi lado, como
te tengo en la tierra,- dijo elia.
-No, Pasña;
so~os
bastan-
te felices
para
pensar
en la
Muerte .
Tengamos fe en nues–
tros konopas
que juntos fueron
!levados por
~1
uíllac de nuestra
tierra, para
hacerlos dormir en
el
seno de nuestro Dios.
-¡Oh lntil,- dijeron ámbos,
r.mocionado1:-: dan
o~
la
felicidad
i la vida! ..... .
Los Kuraka.s
llamaron de
nuevo al trabajo.
Las
tinyas
comenzaron a
redoblar, i al són
de
suaves ka–
chuas, reíniciaron
la
labor de
aquel día.
Todos entraron
bailando i
dando gritos de entusiasmo i de
dicha. Era la dicha de ver el es–
fuerzo colmado con la abundan–
cia de la cosecha.
lnti había henchido i mul–
tiplicado como nunca los granos,
para sustento i regalo de sus Hi–
jos i de
~u
pueblo.
Aquel año se habían hecho
nuevos depósitos; pues los gra–
neros de reserva estaban intac–
tos.
Apu Huáskar tornó a pala
cío, dejando
una
impresión de
tranquilidad,
de
Pre~cura
i de
luz.
El alegre escuadrón de mu
chachos cuyo oficio
era limpiar
el camino del lnka de la más le–
ve mancha, inició,
como siem–
pre, el desfile. Detrás, la trom–
petería de guerra, seguida de la
guardia imperial.
Cerraba el desfile la música
de la alegría,
como pocas ve–
ces rotunda, cariciosa i sensual.
Las ñustas
caminaban ale–
gres
i
juguetonas,
trasmitiendo