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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
para la reconstrucción del pasado, sin desmedro de la seriedad
de la historia. La dificultad de esta selección se ve agrandada
por el hecho que ambas categorías se encuentran confundidas
de modo indesglosable en la narración tradicional, mediante
una expresión común e indiferenciada, que consiste en las
listas genealógicas. Todos estaban convencidos, desde tiempo,
que en el comienzo de las largas hileras de soberanos y pa–
triarcas que encabezan la historia de tales pueblos, debía
encontrarse un cierto número de nombres, generaciones y
reinados que cumplen el cometido de una 'introducción con–
vencional' a los verdaderos recuerdos concretos, pero nadie
tuvo en sus manos el medio de separarlos, hasta que Ewald
en 1842 proclamó que las dinastías fabulosas (divinas, heroi–
cas y epónimas, o sim.plemente populares) son reconocibles
por el hecho que su estructura obeqece a una ley de simetría,
y cada una comprende 10 miembros, verdadero 'número sa–
cramental'. Pocos años después F Delitsch procedió a ana–
lizar las dos series de Shetitas y Qainitas del
Génesis;
luego
J.
Oppert y F. Lenormant ampliaron este fecundo campo de
investigación. He aquí algunos ejemplos deducidos de las
tradiciones del Oriente clásico:
a)
los 10 Patriarcas hebreos, de Adán a Noah
(Génesis)
b)
los 10 Reyes de la 1
a
dinastía de Babilonia
(Beroso
J
e)
los 10 Patriarcas de Shem a Terah
(Génesis)
d)
los 10 Epónimos de las generaciones de Tares a David
(libro de ·Ruth)
e)
los 10 Epónjmos reales de Armenia
(Moisés de Kho–
renas)
j)
los 10 reyes Peshdadios de la epopeya persa
(Firdusi)
g)
los 10 Pitris, o 'Padres' que descienden de Brahma
(Manava-Dharma-Sastra)
h)
los
10
períodos divinos de la China desde Pán-ku, el
primer hombre, hasta Hoang-ti, el primer emperador
histórico
(prehistoria china, en Pauthier)