Genealogías
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i)
los 10 antecesores de Odín en los orígenes escan–
dinavos
(Edda)
.
j)
los 10 reyes árabes del período antiguo, o de Ad,
(Abuljeda)
k)
los 10 reyes de la dinastía egipcia de los dioses
(
Pa–
piro de Turín)
etc. .
Se entiende que la naturaleza decimal de estas series -
cuya constancia no dejó de sorprender hondamente a los
hombres de ciencia -
es un carácter que debe ser explicado
como elemento extraño a la verídica sucesión de los aconte–
cimientos de los pueblos. En la formación de cada una de
esas tradiciones nacionales, lo esencial fué en primer lugar
distinguir un cierto número de ciclos o edades, que ocupaban
un espacio más o menos lato del tiempo pretérito; tarea se–
cundaria fué la de llenar ese casillero con nombres. El mérito
de Ewald consiste en haber visto antes de 1850, que "la ten–
dencia de la saga es colocar un determinado número redondo
de miembros en la cadena, para expresar un gran período",
y que este 'número redondo' en la mayor parte de las tradi–
ciones es 10, y cuando es conservado el número 7, se hace
evidente el esfuerzo de transformarlo en 10 mediante modi–
ficaciones y repeticiones interpoladas. En cuanto a la du–
ración, véanse en los extractos N
os
16, 17 y sigg. de nuestra
parte documental las consecuencias cronológicas de esta
sistematización, que se derivan aritméticamente del divi–
dendo
x,
variable, que representa el total de los años, y del
divisor 10, constante, que representa el número de epónimos,
y compáreselos (
28 )
con los datos de los sistemas peruanos
(extractos N
os
22 a 27).
(2
8 )
El que se apresta a comparar los datos de los extractos Nos. 16
y
17 con los Nos. 22
y
sig., se ve a la primera mirada en la condición
de quien debe enfrentar una a otra cantidades heterogéneas, pues las úl–
timas se refieren a la duración del reinado de los soberanos del Perú
y
las