Críticos del I nkario
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es transformación del vocablo
mallqo
del Aymára, que signi–
fica 'dueño de vasallos', y esto le vale para sustentar que
Manku Qhápaq fué, supuesto que existiera, un jefe colla,
cuyo
ayllu
perteneció a la serie de los últimamente allegados
al centro qhéchwa del Cuzco.
Posnansky, por su parte, levanta todo su razonamiento
sobre tres bases: 1
a,
que
manku
es el vocablo
mallqo
del Aymá–
ra;
2á,
que
sinchi
es el adjetivo 'el fuerte' de la misma lengua,
y
3a,
que el título
inka
no es más que el aymára
huillka,
'el
caudillo'. De ahí que toda la historia tradicional del Perú
habría que modificarla en sentido boliviano.
Latcham, siempre más cauto y reposado, alimenta sin
embargo su demostración con las mismas linfas (aunque sólo
se apoya en
manku
y
sinchi );
en cuanto al verdadero signi–
ficado de
M anku Qhápaq,
dice que el último vocablo no se
refiere ya al jefe del
ayllu,
sino al propio
ayllu,
de modo que
el conjunto debe vertirse: 'el conductor del ayllu del hal–
cón' (
13 ).
En lo que atañe a la imagen de un Pachakuti, personaje
real, pero ficticiamente enriquecido con la savia histórica
de toda la última porción del Inkario, idéntico a Servio Tulio,
( 13 )
Esta versión de R. E. LATCHAM, el fecundo arqueólogo raptado
recientemente por la muerte a sus amigos
y
a la ciencia, reposa en una
serie de sutiles ·relaciones que su Autor ha ordenado en cadena. Se sabe
que en el Cuzco existió un
ayllu
principal, de nombre
Chima panaka,
y
Coso asegura que adoraba únicamente la estatua de Manku Qhápaq.
Como el
wauki
de Mango era el halcón,
y
por su parte el halcón se llama
en Qhéchwa
chima
o
kapa,
deduce Latcham que el vocablo
Qhápaq
del
título de Manku es adulteración del nombre
Kapa,
o halcón (pág. 192).
Toda la demostración sería aceptable, si no fuera que en esta lengua es
arbitrario
y
falso construir frase alguna colocando el término esencial
en principio
y
el calificativo al final, como se hace generalmente en Cas–
tellano. El valor referido por el ilustre Autor de Santiago requiere una
total inversión de la frase, que rezaría
Kapa-Manku,
prescindiendo de
las alteraciones fonéticas de los elementos que la componen.