Críticos del 1nkario
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una breve reseña de los principales Autores desconformistas,
no ya porque sus enunciados particulares interesen en me–
dida especial a nuestro cometido, sino con el fin de tener
presente la elaboración metódica que les permitió levantarse
en son de guerra contra la conducta de la generalidad, la que
ha terminado por dar volumen y solidez a la compilación
·provisoria que se aprende, en los primeros años, en los bancos
de la escuela.
como punto de referencia para unificar el uso de todos los que cultivan
este idioma o que se sirven de él en sus estudios históricos y geográficos.
Esto no me impide que deje expresado el sentido en que se habían desarro–
llado mis aspiraciones, al querer afrontar desde ya el problema 'histórico'
de la lengua quéchwa. Así, por ejemplo, la primera extensión, manus–
crita, del presente trabajo, traía en casi todas sus páginas las formas
Inga,
lndi,
luego
qhipo
y
Tópaq,
y además los nombres
Inka Roqqa
y
Mango
Qhápaq,
en lugar de las respectivas
Inka, Inti, qhipu, Túpaq, Inka Ruqqa
y
Manku Qhápaq
que el lector encuentra en esta edición. Estaba inte–
resado, en efecto, en las posibilidades de que se iniciara el estudio sobre si
fueron, en el desarrollo de la lengua, las formas en
ng
más antiguas que
las en
nk,
el uso del sonido
d
en relación al
t,
la vocalización en
u
con res–
p~cto
a la en
o.
Tales precedencias se deducen de las fuentes escritas más
remotas, que provienen, naturalmente, de los Cronistas, españoles o mes–
tizos, de la primera hora, los cuales en su enorme mayoría (casi la tota–
lidad) escribieron
Inga, Indi, Topa, quipo, Inca Rocca
y
Mango,
en su
intento de representar por primera vez con letras de nuestro alfabeto
los sonidos que oían de boca de los nativos. Algunas de esas grafías han
quedado hasta el día de hoy, como
Andes
en lugar de
Antis,
y se han con–
servado en ciertos casos inalteradas las dentales y guturales tenues, lo
que a mi modo de ver no sería una modificación, sino una pervivencia.
Mantengo mi juicio sobre la utilidad de escudriñar las etapas del desarro–
llo fonológico de esta lengua, como se ha hecho de todos los idiomas que
tienen larga historia y amplia difusión, pero me he convencido, en el te–
rreno práctico, 1
o,
que no existe en el momento actual la posibilidad de
contar con material suficiente para tales formulaciones 'históricas'; y
2°, que lo más urgente es la estabilización de la lengua para los fines di–
dácticos y de cultura, esto es, propugnar la mayor aproximación a las
formas propias del distrito clásico de esta lengua andina, representado
por la vieja capital de la monarquía incaica.