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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
tas alfabetos, como antes había llegado a
los primeros
poetas épicos, cuyas alabanzas y endechas fueron a su .
vez transmitidas durante largo trecho oralmente, la infor–
mación tenía ya todas las características del fárrago, que
los nuevos compiladores no podían retransmitir sin una previa
elaboración lógica. Este segundo período de transformación
y remanejo fué acaso el más pródigo en alteraciones substan- .
ciales, por efecto de la doble pérdida de continuidad: la falta .
de precisa conciencia en los informantes, cuya repetición de
la letra era ya puramente mecánica, y la incomprensión de
los recolectores de lengua ibérica, a su vez distintos uno del
otro por mentalidad personal, grado de credulidad, cultura :
y sentido crítico; de ningún modo éstos poseían aptitudes
para distinguir los elementos subjetivos del lenguaje que ,
escuchaban o de la concreción narrativa que se aprestaban
a consignar por escrito. Tampoco es pertinente excluir, en
este período, el papel de las compilaciones oficiales, con su
consabida dosis
~e
partidismo político: véase el caso real–
mente demostrativo del capitán Sarmiento de Gamboa, en
el párrafo 69 de su
Historia Indica,
donde recopila una abun–
dosa lista de monarcas del Cuzco, quienes habrían desheredado
al hijo legítimo o primogénito para poner en el
duho
a otro
bastardo o menor, de tal manera que casi no quedaría
~n
el
Inkario una sucesión que no fuese 'tiránica' o 'indiscreta':
los príncipes desposeídos serían Mango Sapaka, en la sucesión
de Sinchi Ruqqa; Conde Máyta en la de Máyta Qhápaq;
Inka Ruqqa en la de Wiraqocha; Amaro Túpaq Inka en la
del Inka Yupanki; Wáyna Qhápaq en la de Túpaq Inka Yu–
panki; Ninan Kuyoche en la de Wáyna Qhápaq; pero evi–
dentemente se trata, en el mayor número de estos eslabones,
de puras transposiciones y repeticiones del famoso tema del
príncipe desheredado, que constituye uno de los elementos
emocionales más característicos del Inkario, y que ya aparece
en la biografía de los
Ayarkuna,
con el fratricidio de Manku