El I ncario crítico
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desagradable, todos esos críticos del Inkario se limitaron a
la primera embestida, por falta de un programa de acción
y de una finalidad bien determinada.
Sin embargo, una limitación de tal naturaleza era poco
practicable, pues en el campo del conocimiento puro, más
que en ningún otro terreno que se imagine, rige el mandato:
plus ultra.
Era imperioso acometer, en buena hora, lo que desde casi
cuarenta años Riva Agüero declaró ser "la más delicada y
peligrosa tarea de erudición, la de distinguir en aquellos cro–
nistas lo legendario de lo positivo y adivinar ese crepuscular
pasado, concordando las múltiples versiones en una sincrética
y verosímil" (1910, pág. 112). Con la variante, o perfecciona–
miento, esencialísimo para que la empresa diera sus efectos,
que esa vieja metódica de discernir lo positivo dentro de lo
legendario, lo creíble a través de lo inverosímil, debía ser reem–
plazada por el moderno tratamiento· científico de los mate–
riales de la mitografía, el cual, lejos de apartar despreciati–
vamente lo fantástico, se sirve de su análisis para el entendi–
miento cabal del todo. Se ha descubierto, en efecto, que los
elementos increíbles de esas narraciones forman parte esencial
de las mismas, por constituir no ya algo superpuesto y parasi–
tario, sino la expresión normal del pueblo que las forjara,
y que su cometido es representar la realidad mediante un
sistema o lenguaje subjetivo parangonable, en sus efectos
concretos, al de las claves de nuestras escrituras criptográ–
ficas, con la diferencia que no procede, al igual que éstas, de
arbitrarias combinaciones, sino de una peculiar sensibilidad
y facultad de percibir y clasificar las cosas externas: en suma,
de una particular
W eltanschauung.
Ya no creemos, con la ligereza optimista de nuestros ante-
cesores, en la relativa facilidad de poner al descubierto los
..
elementos reales por medio de la reducción de los símbolos,
como pensaban Dupuis y Creuzer, de la rectificación de