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J.
lmbelloni: Pachakuti IX
Los puntos más débiles de tales construcciones ilusorias
han mostrado ser los que se refieren a la sucesión de soberanos
(que desempeña la función de armazón cronológica), a su
número, a la época y duración de los reinados, a la textura
~el
relato y concatenación lógica de los sucesos.
En el último rubro comprendemos - en primer lugar -
las innumerables transposiciones de noticias historiales, que
tienen su explicación natural en la acción de las épocas más
o menos prolongadas en que la transmisión fué puramente
oral. Junto con la simple transposición entendemos men–
cionada la geminación, repetición y acumulación de elementos
historiográficos, luego las fases opuestas del mismo fenómeno
que producen los aspectos de la disociación y disgregación.
En segundo lugar, vienen las figuras humanizadas, que to–
maron origen de la representación animada de cualidades
y temperamentos colectivos (los progenitores de un pueblo)-,
y más a menudo de obras, a veces cumplidas a través de
largas series de años (fundadores de ciudades, héroes tesmó–
foros, o legisladores, iniciadores de artes e industrias, reno–
vadores de la civilización); éste es el capítulo de los
'próceres
epónimos',
cuya íntima esencia fué por primera vez intuída
por G. B. Vico. En tercer término, las narraciones que tienen
por objeto explicar una condición o circunstancia de que se
ha perdido el significado, ya se trate de una ley, ya de una
costumbre o rito, y que G. B. Niebuhr clasificara con el rubro
de
'narraciones etiológicas'.
Cuarto, las que fueron construídas
en tiempos de incipiente racionalismo, con el afán de eliminar
elementos increíbles y sobrenaturales que afloraban en las
tradiciones originarias, y se distinguen con el calificativo de
'arreglos evhemeristas'.
Quinto, el carácter rígido y esquemá–
tico, siempre elemental en sus formas, que rige las genealogías
y listas de epónimos de las épocas anteriores al contralor del
documento escrito, ya sea en el sentido numérico de sus grupos