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210

J.

Imbelloni : Pachakuti IX

pendientemente de la visión de la partesana de los soldados de Pizarro,

y en t al caso habría que reputarla una ' inven.ción convergente' . Después

de meditar sobre las probabilidades de una tal eventualidad, me he con–

vencido de que la analogía es puramente externa y groseramente formal,

pero de ningún modo ergológica. En efecto:

1

o -

La alabarda europea fué originariamente un arma de punta,

y así lo denuncia su nombre primitivo

alle-barte

o ' clava-todo' (del mismo

verbo

barte,

del antiguo Germano, derívase 'partesana'), mientras el

nombre de la peruana,

kunkáta-kuchun,

en Runasimi 'corta-pesquezos' ,

indica que se la consideró como una típica arma de corte;

2

o -

La primera estuvo enmangada en un asta de 2 me.tros, como

invención que procedía directamente de las larguísimas picas de las pri–

meras infanterías medioevales, mientras la cuzqueña se enmangó en un

palo de 70-9J cs.,

sien~o

transformación directa de un arma corta, de

una sola mano;

3° - Que si queremos dejar indiscrimados los elementos primarios

y secundarios de su respectivo

desarrol~o,

vemos que la germánica está

concebida por su doble acción, de arma de punta y de corte (moharra

cimera

+

cuchilla) mientras la cuzqueña reúne los tres conceptos de arma

contundente, de punta y cortante (anillo radiado

+

cúspide

+

tumi).

4° - El disminuído rendimiento de la acción contundente, derivado

de la agregación de un

tumi

de tales dimensiones, demuestra que la forma

peruana sufrió una alteración profunda al exagerar la pequeña hachita

que;,, se ve en algunos rompecabezas metálicos 'estrellados', destinados

únicamente a la contusión y confirma que se trata de un conjunto fic–

ticio;

5°-

La extrema rareza de los hallazgos (tenemos noticia de un

único caso) excluye que fuese un tipo de arma usado en el combate, que

con el tiempo alcanzara la jerarquía de símbolo, como ha sucedido en

todas las demás insignias.

Luego, todo conduce a reconocer la influencia directa de un modelo

llegado desde fuera. Tampoco hay que olvidar que los Españoles usaron

la alabarda

y

la partesana como insignia del que mandaba una escuadra

de infantería, y que, en general, toda alabarda o partesana fué principal–

m~nte

un arma de ceremonia, propia de los cuerpos destinados a fun–

ciones de guardia y escolta.

II. Los substitutos del

túpaq yáuri.-

Mucho más en carácter están

los rompecabezas enmangados que figuran en 5 retratos de Guaman Poma

y 8 de Herrera. La arqueología del Perú y naciones vecinas nos ha pre–

servado gran abundancia de ejemplares en forma de pomo, de cono ma-