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208

J.

Imbelloni: Pachakuti IX

otra parte los testigos oculares de los primeros encuentros con los gue–

rreros indios, en Caxamarca, vieron muchas armas metálicas, especial–

mente de cobre

y

oro). Pero sí es objetable la forma de estas 'Partesanas'

así como aparecen en la descripción de Garcilaso arriba transcripta

y

en las figuras del P. Alonso de la Cueva, de José Palomino, de J ohn Ran–

king

y

del Inka Don Justo Sahuaraura, las más recientes dibujadas con

precio3ísmo y amaneramiento aún mayor, tanto en las líneas como en el

volumen. El objeto arqueológico que más se aproxima a tales concep–

ciones plásticas de intensa inspiración europea,

y

que es sin embargo

irrevocablemente indio, es el 'hacha de Atauwallpa', es decir, un arma

compuesta que, custodiada hacia la mitad del '800 en el museo de anti–

güedades que las autoridades de La Paz habían organizado en la 'Casa

de Educandas', hirió hondamente la curiosidad de VoN TscHUDI, quien

nos ha dejado un croquis dibujado con prolijidad (fig. 28)

y

una des–

cripción sumamente clara. El bastóp. es de madera durísima y mide 89 cms.

de longitud; lleva en la parte superior uno de los conocidos anillos con

puntas radiales, de cobre,

y,

unida con .fibras de ágave, una gran hacha,

igualmente de cobre, algo delgada, cortada a guisa del cuchillo circular

de los peruanos, o

tumi,

con la altura de unos 18 cms. En cuanto a la fama

de ser 'el hacha de Atauwallpa', Von Tschudi no le otorga crédito alguno,

FIG. 28 - La llamada 'hacha de Atauwallpa' según el dibujo autógrafo de

J. J.

von Tschudi

en su viejo libro de viaje de 1869.

porque la encuentra en contradicción con lo que indican los Cronistas,

esto es, que las insignias del Inka fueron de oro. Esta argumentación no

es del todo convincente, pero aceptamos que fuese, si no del Inka, de un

alto oficial de la corte, durante el reinado de los soberanos sometidos a

la monarquía española y a sus lugartenientes en el Perú. Un verdadero

despropósito es la sospecha que otro anillo, igualmente en forma de 'es–

trella', debía guarnecer la parte inferior del hacha, por imperio de la si–

metría (con ello se comprueba que Von Tschudi, a pesar de lo meticuloso

y oportuno de la documentación que sobre este precioso objeto nos legara,

entendió muy poco acerca de su interpretación).

Para explicar este conjunto, hay que partir de la base que una de

las formas más típicas del cetro de mando fué en el Perú el rompecabezas