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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
y elementos de la lista de
Hanan-Qosqo,
como acabamos de
comprobar en la I
a
Parte de esta obra. El personaje de Lluki
es la semblanza de Yupanki-Pachakuteq transferida a la serie
de
Urin-Qosqo,
así como Qhápaq Yupanki, antecesor de Máyta,
es pura transferencia de Túpaq Yupanki, antecesor de Wáyna.
En palabras más claras, los términos del razonamiento de
Garcilaso, que conducían a considerar a Lluki Yupanki como
· el primero que 'mereciese' este título glorioso, deben ser to–
mados completamente a la inversa, porque Lluki, como en–
tidad genealógica, fué creado posteriormente a los Yupanki
de
Hanan-Qosqo,
o -
digámoslo ya con mayor exactitud -
al típico Yupanki, al Yupanki 'por excelencia', que consti–
tuye el actor tradicional de la saga propia de los Yupanki.
Encontramos a esta figura, que es la más característica
de la tradición peruana, trasladada no ya a una sola, sino a
muchas casillas de la genealogía. Su fuerza vital procede
de la riqueza del historial militar y político que se le atri–
buye, de la brillantez de su significado mitográfico, de la
señalación cronológica que encarna, y principalmente del po–
deroso y cálido drama humanó que le confiere un halo de
hondo alcance emotivo.
Consideremos en-primer término a Inti Qhápaq Yupanki
(5°) rey del Perú, en el punto final del primer período de 500
años de la vida monárquica peruana, según se lee en la ge–
nealogía de Montesinos; personaje que se hace rey en vida
de su padre con el consentimiento entusiasta de sus vasallos;
que siendo príncipe se
rebel~
a la actitud pasiva del rey 'su
padre' ante la ·invasión Chanca, para defender el Cuzco en
batalla campal victoriosa; que percibe la visión de su Plldre
místico, el Sol, quien le promete su ayuda en la refriega; que
recibe la ayuda de piedras transformadas en
guerrero~,
luego
retornadas al estado primero; que no es hijo primogénito,
sino el menor, y que -
por fin -
se une en matrimonio con
la Qoya Mama Anawarke.
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