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156

J.

Imbelloni: Pachakuti IX

este título fué 'merecido' por 4 reyes exactamente determi–

nados. Bien es cierto que el mismo Garcilaso termina por con–

fundirse y contradecirse, como lo puntualizamos en nuestra

nota ilustrativa, y la condición de 'merecerlo' queda pulve-

Haciéndose fuerte de la doctrina asentada por Garcilaso, escribió

RIVA AGÜERO en su libro juvenil estas frases: "el sobrenombre de Yu–

panqui, que quiere decir 'memorable', no ha podido aplicarse sino a un

· célebre conquistador, como el que describe Garcilaso, y no al insignifi–

cante curaca de que hablan Cieza, Montesinos, Betanzos y las informacio–

nes de Vaca de Castro" (pág. 111). Con ellas piensa sustentar la consis–

tencia histórica y heroica del Inka Lluki Yupanki, porque, en realidad,

mal podría entenderse- dadas esas premisas- que los Indios aplicaran

tal nombre a un soberano ·indiferente, y sin méritos. Lo malo es que el

mismo GARCILASO, en otra página, destruye por completo esta argumen–

tación, cuando declara que el nombre

Yupanki

se convirtió en un apellido

"y

justamente ambos Apellidos, que son, Inca Yupanqui, se lo dicen a todos

los Reies Incas, como no tengan por nombre propio el Y upanqui,

y

estanles

bien estos Renombres, porque es como decir, Cesar Augusto a todos los Em–

peradores".

Es evidente que cuando esto escribía, en el Lib. VI, cap. 34

(pág. 216,1), estaba enteramente olvidado de lo que antes dijo en el Lib. II,

cap. 17 (pág. 55) sobre los tres Yupanki que después de Lluki tuvieron

este título

'por merecerlo',

y se acerca, de un solo golpe, tan próximamente

al parecer de Betanzos y Cieza, que ya no queda diferencia alguna. Es

ésta una de las tantas decepciones a las que nos tienen acostumbrados

los

Comentarios Reales,

y que nos impiden servirnos de la mayoría de sus

datos para una reconstrucción segura. (En cuanto a las

Ha~añas,

eccelentes

Virtudes, Clemencia, Piedad

y

Mansedumbre,

no es más que un ripio, que

se repite a manera de estribillo en las páginas de los

Comentarios

(véase

p. ej. la página 128) con el fin de presentarnos la vida de esos tiempos

rudos acomodada a la visión de un tierno corderillo, y ello forma parte

de la perspectiva 'utópica' de que habló, con toda clarividencia, ME–

NÉNDEZ Y PELAYO). En este asunto del

Yupanki,

Garcilaso nos muestra

-y así en casi todo lo que toca- que no le interesó mínimamente de–

jarnos una certidumbre, y sólo coger el pretexto para sus pláticas edifi–

cantes y sus períodos magnilocuentes, y este hábito ha influído como

ninguna otra cosa en la creación del 'estilo' y la 'manera' que forman

el requisito más general de los cultivadores de la anticuaria americana

en los países de lengua ibérica,

y

a menudo, por nuestra desventura, el

,

.

UTilCO.