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J.
Imbelloni: Pachakuti IX
este título fué 'merecido' por 4 reyes exactamente determi–
nados. Bien es cierto que el mismo Garcilaso termina por con–
fundirse y contradecirse, como lo puntualizamos en nuestra
nota ilustrativa, y la condición de 'merecerlo' queda pulve-
Haciéndose fuerte de la doctrina asentada por Garcilaso, escribió
RIVA AGÜERO en su libro juvenil estas frases: "el sobrenombre de Yu–
panqui, que quiere decir 'memorable', no ha podido aplicarse sino a un
· célebre conquistador, como el que describe Garcilaso, y no al insignifi–
cante curaca de que hablan Cieza, Montesinos, Betanzos y las informacio–
nes de Vaca de Castro" (pág. 111). Con ellas piensa sustentar la consis–
tencia histórica y heroica del Inka Lluki Yupanki, porque, en realidad,
mal podría entenderse- dadas esas premisas- que los Indios aplicaran
tal nombre a un soberano ·indiferente, y sin méritos. Lo malo es que el
mismo GARCILASO, en otra página, destruye por completo esta argumen–
tación, cuando declara que el nombre
Yupanki
se convirtió en un apellido
"y
justamente ambos Apellidos, que son, Inca Yupanqui, se lo dicen a todos
los Reies Incas, como no tengan por nombre propio el Y upanqui,
y
estanles
bien estos Renombres, porque es como decir, Cesar Augusto a todos los Em–
peradores".
Es evidente que cuando esto escribía, en el Lib. VI, cap. 34
(pág. 216,1), estaba enteramente olvidado de lo que antes dijo en el Lib. II,
cap. 17 (pág. 55) sobre los tres Yupanki que después de Lluki tuvieron
este título
'por merecerlo',
y se acerca, de un solo golpe, tan próximamente
al parecer de Betanzos y Cieza, que ya no queda diferencia alguna. Es
ésta una de las tantas decepciones a las que nos tienen acostumbrados
los
Comentarios Reales,
y que nos impiden servirnos de la mayoría de sus
datos para una reconstrucción segura. (En cuanto a las
Ha~añas,
eccelentes
Virtudes, Clemencia, Piedad
y
Mansedumbre,
no es más que un ripio, que
se repite a manera de estribillo en las páginas de los
Comentarios
(véase
p. ej. la página 128) con el fin de presentarnos la vida de esos tiempos
rudos acomodada a la visión de un tierno corderillo, y ello forma parte
de la perspectiva 'utópica' de que habló, con toda clarividencia, ME–
NÉNDEZ Y PELAYO). En este asunto del
Yupanki,
Garcilaso nos muestra
-y así en casi todo lo que toca- que no le interesó mínimamente de–
jarnos una certidumbre, y sólo coger el pretexto para sus pláticas edifi–
cantes y sus períodos magnilocuentes, y este hábito ha influído como
ninguna otra cosa en la creación del 'estilo' y la 'manera' que forman
el requisito más general de los cultivadores de la anticuaria americana
en los países de lengua ibérica,
y
a menudo, por nuestra desventura, el
,
.
UTilCO.