El Yupanki
y
su saga
157
rizada ante la idea del 'Apellido'. La única diferencia que,
en definitiva, separa la posición de Garcilaso de la de Be–
tanzos y Cieza, es que el nombre
Yupanki
empezó a usarse
a modo de gentilicio después de Lluki, y no a partir del su–
cesor de Manku Qhápaq. En otras palabras, mientras para
Betanzos y Cieza fué Manku el que lo 'mereció' como sobre–
nombre, para luego transmitirlo a los sucesores como 'Ape–
llido', para Garcilaso fué Lluki el que primeramente lo
poseyó a raíz de sus
Ha~añas,
Clemencia, Piedad
y
Manse–
dumbre ...
De ahí que un agudo escritor de cosas peruanas, Riva
Agüero, haciendo propia la opinión del amado Garcilaso,
sostuviese que Lluki Yupanki es la primera personalidad de
consistencia histórica que aflora en el Inkario
(2
5 ).
A lo que
puede objetarse,
prima facie,
que igual derecho asiste a los
creyentes en Betanzos y Cieza, de declarar la inconmovi–
bilidad de la figura de Manku Qhápaq, a pesar de que sale
tan indecisa y contradictoria del conjunto cronístico.
Pero un desmentido ciertamente más serio es el que pro–
cede de la crítica de la formación del Inkario.
Con demasiadas dinastías y listas de reyes toda persona
culta se ha enfrentado en las historias del Mundo Oriental,
del grecorromano, de la Edad Media y de la Moderna, para
que nuestro .hábito mental, acostumbrado a la sucesión ri–
gurosa de los nombres, no se extrañe al comprobar que las
listas del Perú antiguo han sido formadas en sentido retró–
grado, y que cuando, por ejemplo, el genealogista del último
período peruano anterior a la Conquista abordó la compi–
lación oficial de las listas reales, puso la serie
Urin-Qosqo
en
el lugar de precedencia que le correspondía por virtud de
la orientación de los metámeros de la Ciudad, pero no sin
haberla recopilado mediante la reduplicación de los nombres
( 25 )
RIVA AGÜERO,
en la
Historia en el Perú,
ya citada,
pág.
111.