cordándole las leyes lrreduct'ibles del deTecho divino, el ·mu–
chacho replica con aplomo:
-Sí, ya lo sé; pero p3:ra ella no existen tales impedi–
mentos.
-¿Y por qué? ¿Acaso no está vivo su marido? ·
. -Sin duda, pero cuando
sé
casaron no se celebró misa
ni se les dieron cadenillas. Además, ya hace de esto siete años.
Por lo tanto, el sacram·ento no existe entre ellos.
.
,
.
Aun se encuentran entre los indígena:s ideas tan dis-
paratadas como ésta: para eHos la bendición nupcial y e
lazo sacram-ental· desapare·cen a:l cabo de si·ete años cuando
se ha omitido alguna ceremonia secundaria; por consigui-en–
te; los cónyuges pueden pretender a su antojo ·a otro hi–
meneo.
Sin ser la reina del hogar, la esposa . quichua no se en–
cuentra, sin embargo,
r~ebaj
ada al ·papel de
escl~
va.. A ella
se
le encomiendan los cuidados de la casa y de }os anima–
les domésticos. Debe hilar para . la familia, se encarga d€
algunas labor·es agrícol-as y de casi todas }as· transacciones
comerciales. Contratos, procesos, reclamos ante· los patrones,
de todo esto ha de preocuparse ella.
·
Vn
V·erdadero afecto une a marido y mujer; prueba de
ello es una costumbre generalizada en esas r·egiones: cuan–
do e1 marido recibe, mientras va de viaje o a la
c'iu~ad,
al–
gún regalo o golosina (panes, carne, frutas o pas:teles), ja–
más lo consume él solo. Desprovisto de se.mej ante egoísmo,
besa" a hurtadillas el obsequio, lo envuelve en
su
pañuelo y
lo lleva al hogar para compartirlo con su compañeta. La
mujer procede siempre en idénti-ca forma.
E1 amor es tan fuerté en el corazón del marido, que a
menudo degenera en -injustificadas sospechas y celos. Como
ya antes hemos observado, cuando el indio sale de viaje, re–
curre a las prácticas
supe~sticiosas
para adivinar la conduc–
ta de la ·esposa durante su ausencia.. Algunos van más lejos
aún; citaremos aquí el caso de aquel que, habiéndos-e mar–
chado su muj' er a Ayacucho por algunos dias, bajó de las
montafias y caminó vein
t~
leguas para vigilarla en
se~reto.
Celos tan vivos son bien a menudo causa de muchas
disputas, pero también por. otras causas se enardecen los
ánimos en las cabañas montañ·esas. Basta una negligencia
de la dueña de .
casa,
que no tenga listo o l;>ien sazonado
P 1
almuerzo del marido, o_bien el regreso . tardío de -ést·e, lige- ,
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