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,

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a costa de penosos esfuerzos. Cuando despuntó la aurora,

la mitad de su paquete se encontrabá aún intacto.

."A

la segunda noche se equilibraron las fuerzas; los

músculos masticadores- del joven indio se fortalecían con el

ejercicio, mientras que

los

del genio perdían su elasticidad.

".En la terc-era noche, . ambos dan pronto muestras de

una ·Cr·eciente fatiga; srus quijadas no se a;gitan ya sino a

intervalos, de tal

m~nera

que, a la salida de la estrella

matutina, junto a cada contrincante se ve aún un montón

de hojas de coca;

"¿ ~Quedará

anulada Ia apue,sta? De pronto Hir.ca-rucu

deja ca·er su calabaza de cal y cae de espa.Idas, los brazos

inertes, la respiración entrecortada y apenas perc·eptible.

"-¡EISpíritu de

1~

montaña! -.-exclama ·entonces Ya–

cha-. Mira . .. , yo todavía mastic

o. H

e ganado la partida.

"Vluelto en sí al poco rato, y fi.el" a su promesa, e1 dios

condujo al triunfador junto a un hondo abismo al borde

deo! lago y le dijo:

.

.

"-A mi v,oz acudirán de estas profundidades un macho

- cabrío, un carnero negro sin cuernos y otro blanco como

la ni-eve -dijo el genio-. Inmola a los dos primeros, pero

,

cuídate de

~car

al t·ercero, pues tras él vienen tantas ove–

jas como granos de trigo se cuentan en trece toneles. Este

será el premio de tu triunfo.

"Dicho

~esto,

el anciano 'se alejó, desapareciendo a poco

entre las nubes que cubrían la cima de1 monte.

"De pronto el silbido de una honda y la piedra que

- lanza TOinpe el sneneio del lugar. Momentos después un ma–

cho

cabrí~o

gigantesco surgió del abismo, lanzándose ·sobre .

el indio. El hombre se traba entonces en lucha· furiosa con/

el animal; por fin éste

se

desploma palpitante y desgarrado

.sobre la roca.

"Inm·ediatamente el carnero brota de las profundidades

y se precipita a su vez sobre· ·el montañés ya ag{)ltado. Pero

la esperanza de la recompensa lo estimula y le da renova–

das fuerzas; el animal, estrangulado, cae junto a la prim·era

víctima.

Hse oye entonces un prolongado balido,

y

el carnero de

albo pelaje salta de la shha. E'l quichua, asombrado, se

cruza de brazos y ·entone-es contempla el prodigio: como

en sueños ve fiJas interminables de ovejas que brotan del

abismo y al poco rato cubren los faldeos de la montaña,

innumerables como las estrellas de la vía láctea.

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