e
r
<
morados;
mu~has
son
platHderas y d·eploran la lejanía de
la amada, su indiferencia o su desprecio. Poetas de las mon–
tañas interpelan a
los
anima·le.s de la cordillera para con-
fiarles los secretos del alma.
,.
He aquí uno que expresa su inquietud y su dolor:
"-B~llo co1ibrí, -
tú que vuel'as tan alto, -
tú que tienes las
alas doradas, -
escueha ·el mensaje -
que voy a confiar–
te.- Mi amada está .lejos.- Llévale mis palabras.- ¡Ah!
¿tLlora:rá . acaso cuando lea mi nombre? -
¿Me habrá ol–
vidado ya? -
¿Permanecerán secos sus ojos? -
¡Ah!, si
solloza, -
dile que yo también por ell:a gimo. -
Bello co–
Ubrí de plumas doradas, -
que con la brisa te elevas, -
lleva ·este ·mensaje,--
qu~rido
colibrí.- Mi amada está tan
lejos, -
ve pronto a s:u lado."
Otro lamenta haberse- enamorado de una inconstante
desconocida: "___.En vano la am.é, -
¡oh arbus.tos de las co–
linas!, -
sí, ·en vano am:é a esta ·extraña,., -
sin saber el
nombr·e d·e sus padres -
,ni el lugar de donde vino -
ni el
día de su llegada. -
¡Qué pena! , i·Oh arbustos de las co-
·llnas!,- ¡oh bellas violetas silvestres! -Por qué no amé,
1
Inás
bten, -
¡oh arbustos de las colinas!, -
a la pe.queña
vicuña ·que gim·e ·en lo alto de la :tpontaña. -
Por qué no
amé,
m~
bien, -
¡oh arbustos de las col'inas!, -
al cabro
que vive. en los montes es.carpados. -
¡Ah! ¡Tal vez la vi–
cuña en las altas cimas -
habría llorado mi desgracia! -
¡Oh árboles. de la se·lva! - Acaso. el cabro de las montañas
-no me habría dejado tan solo y a·bandonado.
-
r
¡·Oh
a¡–
bustos de las colinas! -
¡Oh ti-ernas violetas!"
Un tercero maldice a una infiel: '"-Vicuña de las mon-
,
tañas, cabro de las selvas, decidme: ¿ha pasado por aquí la
ingrata paloma? -
¿La paloma que abandonó su Íüdo y ol..
vidó a sú amado? -Venid a ver cómo me ha dejado,-_ve-.
nid a ver cómo me ha"
a·bandonado~
-
Ved mis. ojos a·rra–
sados en lágrimas, .-
y mt corazón lleno de amargura: -
¡Ah!, que en su camino s·e vea atormentada por la sed, -.
¡mala paloma ·que abandonó ai amigo, -
y
·que para cal–
mar su -tormento- no encuentre ni la escarcha en los cam–
pos -
ni el rocío en la hierba!"
Un amante tra.i-cionado promete vengarse dando su co–
razón a..otra: "-Quisiera
s~r
árbol -
o la roca al borde d·el
camino. -
Así protegería a mi amada ·errant·e - · de.I sol y
de la lluvia. -
Pero no puede ser, -
¡oh negro gavilán -
que vuelas por el cielo! -
Tú has visto a ·mi querida, -
y
.
.
81
/