LIBRO SEGUNDO
DEL HOGAR A LA TUMBA
CAPÍTULO I
El
matrimonio
·sajo el régimen de los incas el matrimonio estaba some–
tido, como todo lo d-emás, a l,eyes inflexibles, que jamás con–
sideraban las ·inclinaciones ni sentimientos de los intere–
sados.
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El soberano disponía de las mujeres tal como de una
mercadería. Un mínimo de éstas, justo lo necesario, era ce–
dido a los hombres del pueblo para la propagación de la
raza; las otras, las más bellas; eran arrebatadas a sus pa–
dr,es por los inspectores reales, colocadas en reserva en los
·establecimientos que dependían del inca, quien las distri–
·buía en su propio ser_vi,cio, las deS'tinaba a los príncipes de
su familia y a los nobles de la nación, con el mismo criterio
con que· repartía , víveres, ropas
y
armas. .
A las jóvenes
i.esestaba prohibido contraer una unión
.ante;s. de los 18 af
ios cumplidos, y para los muchachos esta
restricción s-e prolongaba hasta los veintirin años. En cam–
bio, para ambos sexos regía la obljgación de casarse antes
de los treinta años. No se admitían solteros más allá dé esta
edad.- ·Magistrados especiales ·vigHaban a cuantos
di~erían
sus esponsales pasado ,el término legal.
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Se prohibía a todo plebeyo eleglr compañera fuera dé su
clan de ·origen, a fin de conse-rvar así, en toda su fuerzi y
pureza, la sangre d·e los antepasados.
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Tampoco podía ser antoj,adiza la fecha en que se reali–
-z.aban los matrimonios; se fijaba un mismo y único día para
todos, lo cual
ocu~ría
solamente cada dos años, en la época
del equinoccio primaveral de septiembre.
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