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·caban ia.s hojas en
cataplasmas
·o en
torma de ,
ungüentos .
Con la infusión de hojas de coca combatían todas las
enfe·rmedades del aparato digestivo; - los sabañones desapa–
tecían al cabo de algunas
friccion~s
hechas con el jugo de
. la misma planta.
·La sarna se cura en 1a forma siguiente: un
cur~andero
.
--
embadurna las manos .enfermas con una pasta, mezcla de
grasa de llama
y
harina de maíz, y las
f~ota
vigórosamente.
En seguida, mientras el paci·ente dirige
a.l
sol úna fervorosa
invocación, extrende sobre las partes- afectadas la coca ju–
,gosa masticada por el mismo sarnoso. Los ácaros de la sarna
mueren indefectiblemente.
Este arbusto es, pues, para ·los quichuaiS, una planta sa-_
grada, tal como el Drymis para los araucanos. ¿P10r qué ha–
bría de sorprendernos, entonces, que la introduzcan en lo
prodigioso de sus leyendas? He a·quí, como ·ejemplo, úna
de ellas:
"Juan Mariano Yacha ·era un jov,en indio que vivía en
el altiplano. En su ruca miserable todo faltaba. Nada tenía
para dar a su esposa a punto de ser· madre, ni él mismo
·encontraba qué llevarse a la boca ha·mbrienta. Se marchó,
pue:s, a las ·chozas vecinas ·en
bus~a
de un socorro, pero en
todas partes sólo enc-ontró la misma miseria. Así anduvo
vagando desesperadamente durante varios días.
"Una noche se acostó en una caverna a corta distan-
.cia del lago Carh11acocha (-estanque amarillo). D'e pronto se
le ocurrió encomendarse a la divinidad tutelar de esas mon–
tañas. ¿.Pero qué podría
ofrecer.le, cuando ya no le queda–
ban sino cuatro malas hojas de coca y apenas una pulgara–
da de cenizas al -fondo de su calabaza? Y así titubeaba en
invocar
al
dios.
"La noche avanzaba y los buhos ululaban en las que–
bradas. El sueño comenzaba ya a vencer los párpados del
'infeliz, cuando un anciano se le presentó. Tocado de un-go–
rro de piel de alpaca, llevaba fino poncho amarillo ana–
ranjado, ·al costado una alforja r·ebosante de hojas de coca
y una 'calabaza llena de cal menuda. .Llevaba .las piernas
envueltas en cuero de puma y sus sandalias ·eran de guanaco.
"Con expresión grave y compasiva, el anciano
se
incli-:.
nó sobre el desgraciado y le dijo:
"-Yo soy_el Hirca-rucu, el Gra:ri Dios de estas monta- ,
ñas. Conozco tu aflicción, tu 'fe
en
los ·espíritus protectores,
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