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l .

y regular, con el mismo paso, tanto para .subida-s y bajadas

como en el plano, pero ya no hila. Ahora sue-ña cuando ca–

mina, o toca la flauta o b1en rasca . su violín donde se lo

permite el terreno.

Al sentir hambre, sin detenerse,

sa~ca

de su alforja un

puñado de maíz tostado, pero, por lo general, se contenta

con el jugo de la coca.

De tres maneras

c~rgan

a la espalda sus paquetes, sa–

cos o cajas. Algunos colecan ·el fardo en una tira· sólida de

unos veinte centímetros de ancho y se lo e-chan a la es–

palda, amarrando

~as

puntas sobre el pe,cho. Otros S"!Jj

~tan

. esta faja a la cintura, apoyando la cárga sobre las ·caderas.

Y, por último, otros r·eemplazan la faja de género por un cor–

del de agave, sobre todo cuando se trata de cargar una

caja o

cajó~, amarr~ndo

las puntas en un nudo sobre el

tórax. Ni siquiera se les ocurre usar banastas o tirantes que

les aliviarían el peso.

El indio trata siempre de acortar el camino tomando

la

re~cta,

aunque tenga que a.trav·esar barrancos: escalar ro–

·cas o pasar por entre arbustos espinosos. Tal como sus lla–

mas, se desliza por cualquier part-e, sin vacilar ni tropezar.

Ya en marcha al alba, no se detiene sino al atardecer.

En esos mom·entos seguram·ente no cuenta con menos de

70 ú 80 kilómetros en 'las piernas.

n~espué.s

de masticar un

puñado de maíz tostado, se tiende bajo un arbusto o se

si:enta a la turca, con la ·espalda

apo~ada

en una roca

o

un

árbol. No deja jamás de envolverse la .cabeza cQn el pon–

cho y abrigarse cuidadosamente los pies con un trozo de

tela de lana.

~cuando

se en·cuentra solo, dormita o se entre–

ga a su:s ensoñaciones hasta el amanecer; pero si viajan

acompañados, conversan, cantan sus melopeyas o rasguean

· sus rústicos violines hasta muy avanzada la noche.

. El .quichua que sirve de guía .sigue, ·a pie, e1 trote de la

cabalgadura del viajero, sin detenerse, durante ocho o diez

días, ni demoS'trar jamás la menor señal de ·cansancio.

M

ientras recorre los páramos sHenciosos, no se cr,ea que

es

fl.ln

simple autómata: sus sentidos y todas sus facultades

...permanecen -en constante alerta. Los ojos fijos en la tierra,

estudia sus particularidades naturales,

los

rastros humanos,

las huellas dejadas por · los animales. En la fina hie-rba del

al

ti

plano

de&cubr~e

y reconoce s·eñas donde el ojo del europeo

no ve absolutament-e nada. El, en cambio, analiza la forma,

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