~Allí
dentro· sólo están mis cachorros.
-¿Puedo ve'rlos?
----No. Están durmiendo y puedes despertarlos.
Y
como la vieja se obstinaba ·en pasar, la zorra, a fuer–
, za de mordiscos, la ahuyentó lejos.
A la mañana
s~iguient~,
hermano y h:ermana s-e lanzaron
de nuevo a la ventura; pero su enemiga los
~espiaba
desde
lo alto de una coliri1a y des-cendió s1altando como una lan–
gosta.
Los .pobr·ecHlos -empezaron otra vez a corr·er,
y
de pron–
to divisaron una mofeta que salía de su escondite:
-Buena señora
-l~e
dijeron-, sálvanos de las garras ae
Achiqué ...
~Métanse a~quí
dentro -contestó.
Y
de~pués
de tapar la entrada con ramas y hierbas, se
colocó ·en cuclillas cerca del lugar.
·
-· Fétido animal -exclamó la bruja-. ¿Dtánde está tu-
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madriguera?
¿Poi
qué Ia ocultas?
-Porque guardo -en ella la cosecha de patatas.
-¡Muéstramela! ·
El animalillo, sin r·esponder una palabra, se d.ió media
' vuelta y proyectó sobre la infame mujer el hediondo líquido
que constituY·e su arma defensiva.
·
Sofocada por la f·etidez y rri·edio c·egada, r.etrocedió; tre–
gua que aprovecharon los refugiados para escaparse.
Apenas pudo abrir los párpados, la tenaz hechioera se
lanzó tras sus .huellas, arrojándoles grandes piedras, para
herirles
y
detenerlos.
Los niños atravesaron una extensa planicie, desprovis–
ta de rocas y matorral·esf lo que- hizo ganar terreno a su
perseguidora. En esto, vieron un corderito paci,endo en la
hierb~
t 'i·erna.
.,
-Corderito -suplicó la chica-. ¿.Ves ·esa bruja? Qui·e–
re alcanzarnos para darnos muerte. ¡Líbranos de ella ! ...
El corderito se sacó el cabestro que nevaba puesto
y
lo
lanzó hacia arriba; cuando estuvo casi cerca del" ci·eio, los
dos .hermanitos treparon por él. Estaban ya a punto de al–
canzar las nubes, cuando la cruel bruja, a su vez, empezó
a subir, y lo ha,cía tan de prisa, que casi les dió alcance;
pero en esé instante un ratón que se había agarrado
~e l
cordel se
le
puso delante.
-¿Qué haces, de.sgr3JCiada sabandija? Déjame pasar en
el acto o te despe-dazo.
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