más despiertos y confiados; los segundos., más tímidos y de
inteligencia más lenta. Efectos, sin duda, del paisaje,
r~efle
jado, a travé:s de los ojos, en ·el .espejo deJ intelecto."
· A·ctualmente funcionan, desde hace ya algunos años en "
muchas aldeas ·del
~ltip~ano,
escuelas elementales. ¿Darán
bUen resultado? V·eamos lo que dic.e al respecto un profesor:
"El fruto de tanto empeño es casi nulo. Apenas termina el
período escolar, la mayoría de los adumnos vuelven a sus
choza:s con la cabeza tan vacía como antes d·e su primera
clase; apenas uno o dos entr·e mil aprenden a deletrear
y
a firmar con garabatos 'ilegibles".
.
Luego, el mismo profesor ex¡>lica esta anomalía: "La
culpa de esto depende princi.palmente del programa- oficial
de instrucción, que es el mismo para todas las ·escue.ISts, tan–
to para aqueMas pobla·ciones civilizadas desde hace tiempo
como para lo:s embotados cerebros de los habitantes de las ·
montanas". Dicho sistema es simplemente inaplicabl·e.
La responsabilidad también recae sobr·e Jos profesores
ehvfados .por el Gobi,erno, que son normalistas corrient"3s,
ignor.antes de la mentalidad indígena,
y
que se e-mpecinan·
en seguir el sistema pedagógico, superior a dicha mentali–
dad. En la regi6n an
dina, tanto instructo-l'les como profeso–
res d·eb.e:rían ser de la
mLs.ma s:angre
y
tener
e~l
mis·mo idioma
que sus .discípulos.
~
Toda la ciencia de los indios actuales se reduce a
C{)-
. nocer las· unidades, la:s de·cenas, eentenas
y
millares. · Gon
estos conoctrrüentos hacen sus transacciones, adiciones
y
sustraccione~s,
pero no m.entalmente, sino que valiéndose de
granos de trigo b de maíz. Oolocado.s éstos sobre el
sue~o
por montoncitos de a diez
y
de a cien, obtiene así el total
o la difer·encia en el negocio.
·
Los más hábiles cuentan con los dedos; por ·ejemplo:
tr·es ve·ces ambas manos hacen treinta, .
y
luego calculan
mentalmente el resto de las unidades simples.
'
*
Como puede verse, su ignorancia ·es supina,
·y
de ello dan
prueba en multitud de cosas.
Desde la cima de las colinas que rodean a Huanta se
divisa un pequeño lago redondo. Pues bien: ¡los habitantes
de la r,egión dic-en que aquello es el ombligo de la tierra!
Lo:s indios también
cre~en
que
~el
sol, al ponerse, se su–
merge en el océano, donde nada
y
behe durante toda la
362
,