ramas de retama. A la cabeza va ''el intendente de
hó·gUé-–
ras", conduciendo un animal ricamente .enjaezado. Detrás
de.l magnífico desfile -siguen los borricos de la gente humil–
de, igualm·ente adornados con flores Y- cintas. Varios indí..:
genas, r•epartidos entre la muchedumbre, lanzan al aire co–
hetes
y
petardos. En medio del estrépito de las repetidas
salvas, la comitiva da una vuelta -alrededor de la plaza
y
1
uego se dirige a un terreno situado en las- vecindades de
la catedral, donde se amontonan las ramas, que nadie podrá
tocar hasta la mañana del día de Pascua.
*
En la noche del Miér.coles Santo, una proces1on recorre
las ·calles. Abr·e la marcha una anda con la imag·eri de la Ve–
rónica, nevando un velo plegado entre sus brazos; más atrás
sigue San Juan,
y,
po~
último, Jesús Nazareno, con el rostro
demacrado
y
la cabel.lera rizada. Viste túnJ·ca de ter·ciopelo
morado, bordada de oro
y
pedrerías,
y
alr
1
ededor del cuello
resplandec·en numerosos collares.
. ,
El cortejo parte desde la iglesia de Santa
G~ara,
y,
re–
corriendo una ·distancia de 700 m., se dirige hacia la plaza.
Preceden al C\risto cinco indígenas: uno toca ·el tambor,
otro la flauta, el ter·cero agita una campanilla; el siguien–
te
representa a un judío, vestido mitad a la usanza romana
y
mitad a la española, toca una trompeta de cobre
y
neva
en la mano derecha una cadena de oro; . a su lado camina
el Cirineo, que puede reconocerse por sú túnica
ve~de.
·
La Verónica
y
el Apóstol entran los primeros en la ca–
tedral,
y
cuando apare·ce la imagen del Salvador, la com–
pasiva judía va a .su encuentro hasta el
pórti~co.
Allí, los in–
.dios que la sostienen inclinan _profundamente el anda,
simulando de este modo hac-er una- reverencia al Señor.----En
este
mismo instante, mediante una ingeniosa c-ombinación
de cordeles, el velo de la santa mujer se desliza de :sus bra-
/
zos,
y,
desdoblándos~e
en
tres
paños, deja ver impreso. sobre
cada uno de ellos el rostro ensangrentado de Jesucristo. La
· Verónica, entonces, se aleja retrocediendo,
y
va a tomar
.colocación en una de las esquinas de la plaza.
El sa.lvador permanece con San Juan, el discípulo ama–
do; al cabo de un momentp, éste nota la ausencia de la Di–
vina Madr·e en hora tán dolorosa
y
parte
en
1
su
búsqueda.
Los jóvenes portadores de la imagen salen a toda prisa,
y
en desenfrenada ·carrera exploran en todas direcciones las
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