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y

ratones son ·encerrados en cajas ·en forma de ataúd; los

pájaros, en jaulas, y los insectos, en caj

on~s.

Como hay que

darse prisa, la fauna

·es

colocada a lomo de mulas, y llevada

hasta la iglesia parroquial,

se

dispone -sobre el altar, al lado

del tabernáculo.

El sac-erdote oficiante deberá decir la misa teniendo a

la vista esta perturbadora ·exposición: urnas en que los ra–

tones comen y pelean, mientras l-os papagayos y pericos gri–

tan en

sus

perchas, y una hilera de orugas se escapa por

entre las ·junturas de su prisión.

Una vez terminada la ceremonia, los indios c-og·en de

nuevo sus animalitos y se dirigen hacia los .campos infec–

tados. Allí ponen en libertad a los cautivos, que, según eUos,

traen la maldición divina adherida a su ptel, y, tran.smitién- ·

dala a

sus

congéneres, provo-can la fuga y destrucción de toda

l

,

.

a co.on1a.

.ES'ta fe de los indios, sencilla y profunda, ·es grata a los

ojos de Dios, porque a menudo les premia con la desapari–

ción de estas plagas, que son v·erdaderos az-otes vivien

t~es.

Cuando los indios obtienen abundantes cos·echas, llevan

a la iglesia el crucifijo de su <;hoza, escoltado por toda la

familia, para que reciba una

esp~~cie

de bendición suple·men–

taria, en acción de gracias por los beneficios recibidos.

*

El .quichua no .tem·e a la.. .confesión. Por lo dtemás, sus an–

tepasados paganos conlta:ban entr:e sus ritos eon una prác–

tica muy semejante.

La víspera de las f'estividades solemnes, ·el inca ayunaba

durante tres días consecutivos, al final de los

c~ales

se pre.–

sentaba al templo del Sol para pedir la abs-olución d.e sus

• culpas. El sacerdote colocaba sobre una piedra un puñadito

de cenizas, tomadas del altar donde se había ofl}ecido el

ú~ timo

sacrificio, y ordenaba al penitente que las dispensara

al viento. En seguida le entr·egaba un guijarro, con la orden

de dirigirse hasta la confluencia de dos a·rroyos, o blen a un

lugar determinado, próxi!JlO a la orilla,

y

alli frotarse con ·

la piedra y lavarse el cuerpo en ¡a c·orriente.

A su regreso, el pecador, ya

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corporalmente limpió, ex–

clamaba a gritos y lleno de júbilo: "¡Otd, llanuras y monta–

ñas! Y vosotros, cóndores, lechuzas y reptiles, animales y

plantas, sed testigos de la revelación de mis pecados".

Antes· de -empezar ·entregaba al sacerdote una bola de

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