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cisa, cate"górica; primero

se

pregunta interiorm·ente hasta

qué grado le resultará prove·choso o perjudicial decir la ver–

dad. Si duda, disimula con frases ,evasivas, o bien mi·ente

tan desca;radamente que da la impresión de

lru

más absoluta

y conmovedora tranqueza. -Ouando

se

trata de

su

propio be–

neficio, obra de esta manera aun con sus mejores amig10s.

-'Si

un blanco le pasa un•a moneda, un biU.ete de banco o

cual·quier objeto de valor, el indígena lo observa de pi·es a

cabeza con ojos ·escrutadores,

y

si aquél examina el obse–

quio antes de entregárselo, despi·erta la desconfianza del qui–

chua, que ·empieza a duda;r de l·a calidad del obsequio,

y

a

su vez lo' mira, lo parlpa, lo d:a vueltas, lo pone a contraluz,

siempr·e mirando de reojo al donante; y ·si éste sonrfe, el

indio termina

bru~camente

la comedia, devolviendo el r·ega–

lo o bien .arrojándolo al suelo con ·el más a·bsoluto desprec-io.

Su desconfianza llega a tales límites, que le es imposi–

··bl:e creer en el desinter;és, y si le hacen un presente, en v.ez

de agradecerlo, piensa de qué robo .o perjui·cio futuro

se

-

le

quiere compensar por adelantado.

El quichua "duda tanto del extranjero como del abori–

g-en, del a·migo y del enemigo, y hasta de

sus

padres, de su

·esposa y de sus hijos. El qulchua confía solamente en sí. .. ,

y eso ...

*

La consecuencia de

~este

estado psíquico es necesariam·en–

te .la ingratitud. Cuando recihe un favor, se- demuestra la

persona más agradecida del mundo, a juzgar por su verba

m·elosa, que acompaña con ·saludos y reverencias; pero si se

trata de probarlo con hechos, la cosa cambia

y

~1

indio des–

aparece.

~cuando

uno de sus btenheclior·es --- está amenazado de

muerte,

se

.abstie'tle

rig~rosamente,

ya sea por mi•edo o de–

sidia, de ponerle sobr·e áviso. Tampoco toma precauciones

para que la emboscada fracase, y, llegado el momento,

se

a.leja cuanto puede del lugar del suc-eso para evitar respon–

sabilidad en el asunto o ser obj-eto de represalias por parte

de los malhechores. A v·eces

se

oculta en los alrededores para

presenciar el desen'lace de la aventura; pero jamás se atreve

a prestar socorro a la vlctima.

J

Si alguno de sus protect:ores se encuentra ·en dificulta–

des, ,el indio no le

t~ende

la mano. Su gratitud no lleg'á hasta

267

1

.

...

1

/