Ante esta declaración, los indios se
indignaron~
y
al salir
del
sermón se reunieron en consejo en la plaza pública.
Sus razonamientos fueron breves, claros
y
definitivos:
los Padres estaban allí para ellos, para instruirlos en la fe
y
hacer el bien a sus almas. Tenían, pues, el derecho y el
deber de aprovechar del ce'lo de esos apósto!tes,
y
ya que
ltOs
blancos los insultaban
y
pretendían poner obstáculos a
su ministerio, el atentado r·ecaía sobre la población indígena.
A
ellos
l·es ·correspondía intervenir.
· Por consiguiente, siete
varayocs
se dirigieron
a;
la casa
:del subprefecto
y
le declararon sin rodeos: "'fiendrás que dar
una satisfac.clón a 1os Padr·es, pues ellos se encuentran
a~quí
por todos nosotros, y no queremos que
se
retiren antes que
hayan terminado las misiones. ¡Elige! S:i tú no procedes :a
una inmediata reparación de la ofensa, no serán ellos quie–
nes .se marchen, s:ino tú, junto con tbdtOs los masones, pro–
testantes
y
malvados de ·esta ciudad. Nosotros nos encarga–
remos de echarlos. ¡Refl·exiona!"
El-magistrado no tardó mucho en r·efl•exionar, pues bien
sabía que, en los quichuas, la acctón sigue rápidam·ente a la
amenaza. · Momentos más tarde se presentaba ante los mi-
.
sioneros
y
les suplicaba que calmaran la
e~fe:rves.eencia
pro–
vocada, prometi·endo que el incidente no volvería a repetirse.
A:l día siguiente, el predicador tranquilizó ia los indíge–
nas, inqui·etos y nerviosos, que .llenaban la iglesia. Sin em–
bargo; incrédulos a las promesas de las autóridades, toma–
ron por su cuenta la labor de proteger a sus apóstoles: des–
de entonces, .más de doscientos hombres
~os
escoltaban, dia–
riamente, en el trayecto desde el pr·esbit·erio a la iglesia. ·
Pero he "aquí que una tarde unos jóvenes imprudentes
rlen
y
se empujan al fondo del templo,
s·egurament~
con la
intención de distraer
la
atención del auditorio e interrumpir
las ceremonias. Entretanto, otro grupo hace gran ruido a la
entrada de la iglesia. Inmediatamente, dt•ectséis vigorosos
,
quichuas se levantan, se dirigen haci.a los buUiciosos intru-
sos
y
con ademán significativo les eru;:eñan la puerta.
Los
muchachos no se lo hacen repetir dos veces, y rápidam·ente
.se eclipsan, seguidos del pelotón de indígenas, que desde ese
momento se ·encarga de la policía. Las tardes stguientes, los
dieciséis moc-etones indios montan guardia a la entrada del
, templo, con
su
garrote de comhate en 1a manó. Clomo un
guardia civil los invitara un día a r·etirarse
7
uno
de estos
quichuas
}e
~on
testó:
258