El temperamento igua l fu é propue to por primera ,-ez p cr el mus1co
e pañol Barto lomé R amos de P areja. en
1 ':1-8~.
y
ensayado posterior–
mente por Zarlino. Fogli ani. Képler " otro : pero fu é en
1iOO
cu :~ ndo
::\'eidart lo exp u e co n mayor preoswn. Pue· bien . mi cnu·as no s
pruebe lo contrario. hay que adm iti r que no fuero n los R amo. Pareja,
lo
Zarlino,
lo
Képf r , o
los
Bach co n m
ClaPP bien
temperado.
los
primlti\'O
descubridores del
tem pn(llnento
igual:
es te singular
:~con
tecimiento corre pondc a nues tros
antepasad o~
ances tral es.
i se ti ene
en cuenta la edad de lo
instrumentos mu icale
c¡ ue lo demues tran.
Tan sorprendentes progr esos habbn alc<: nLado los a ntiguos peruanos,
en las diYersas ramas del saber huma no. que muchos de
us aciertos
ti enen hoy
tanta tra cendencia, que
el
mundo científico es llldi a Ja
manera el e aproYechar sus suges tiones, como su organiLación agrícola
y social, cuyas bondad es nun ca será n ponderadas sufi cientemente. Lo
mi smo, en cua nto a la mús ica, nos han dejado tamb ién casos d <; ex traor–
dinaria importa ncia, que van siendo ,-a lorados, a medid a que
el
es tudio
y el sentido imparcial de la justicia penetra en su na tural eza . conclu–
ciéndo no a la pl en a con úcción ele su gra n 'irtud formalista y exquisita
sutileza espirituaL
EL lJSO DE LA "\NTARA EN LOS PERíODOS PREINCAICO,
I
1
CAI CO,
COLONIAL
Y
CONTEMPORÁNEO
L a antara ha sido empleada por los antiguos peruanos, desde la mús
r emo ta antigüedad, sin que se pueda calcul ar, ni siqui era a prox ima–
cl amen te, la época de su apari ción. Se ha n e nco n trae! o representa cio nes
ele es te instrumen to, en las esculturas, en la cerám ica y e n los tejidos
ele las civilizac iones que florecieron en la costa peru ana del Pací [ico,
come son: Nazca , Chimu y Mochica, cuya a ntigüedad ha sido calcul ad a
por los arqueó logos e historiadores más a utorizados, en cerca de clos
mil años en retrospectiva. Los ejemplares auténticos, fabri cados en esa
época, han sido encontradcs sobre todo en Nazca, en algunas provinci as
del Cuzco
y
en las márgenes del lago Titicaca, juntamente con ta l1lbo–
rines, quenas, trompe tas, ocarinas, etc. T a les es pecímenes se encuen–
tran hoy en casi todos los museos del mundo.
La delicadísima
factura ele estos
instrumentos, con una
técnica
especial; los clistintcs tamaños; el número ilimitado de tubos que con-
76