Es demasiado raro este instrumento, por las serias dificultades que
su manejo ofrece, siendo pocos los músicos que logran su dominio
completo, y, por consiguiente, su cultivo y difusión han sido muy redu–
cidos, y aún es ignorado en la mayor parte de las poblaciones andinas.
Carlos Vega, en su folleto "La Flauta de Pan Andina" anteriormente
indicado, haciendo referencia a una conferencia dada en Buenos Aires,
el 16 de noviembre de 1923, por el intelectual peruano doctor Luis
Y.elasco Aragón, tra111scribe un comentario de "La Prensa" del día
siguiente, donde dice: "El coyor (k'hoyor) tiene la misma forma de la
antara, pero se distingue de ésta en que consta solamente de tres cañas
con lengüeta en la boquilla". Es indudable que el conferenciante se
referiría a una variedad de la ch'allchaca.
AFINACióN DE LA ANTARA
Cree la generalidad, que la antara no es susceptible de afinación,
una vez concluída de construir;
y,
en este concepto se ha dado como
cuestión definida la altura ele sus sonidos, es decir, invariable. Sin
embargo, sabemos que, en épocas antiguas, se podía afinar perfecta–
mente por el mismo procedimiento que se acostumbra en la actualidad,
pese a la opinión conu·aria de los D'Harcourt que dicen: "No cono–
cemos hoy día los medios empleados para rectificar la escala de las
siringas".
En diversas regiones del Perú se acostumbra acompañar algunas
danzas nativas con la antara, especialmente para marcar el ritmo. Esta
costumbre es casi general en las montai'ías, entre las tribus selváticas,
donde se fabrican dichos instrumentos con las plumas de las aves,
especialmente de las del cóndor, el rey de los cielos peruanos. El
extremo inferior del tubo, o sea la base, se cierra con un disco de
madera recubierta con brea o cera de abejas, pamada
pupa
entre los
naturales. Para la afinación del sonido correspondiente, de acuerdo
con los demás tubos, se introduce el disco, en mayor o menor grado,
dentro del tubo, hasta que quede con el sonido requerido, y luego se
redondea la parte sobresaliente ele la pluma.
La afinación de las antaras de metal, madera, piedra y barro cocido,
era diferente en ou·os tiempos. El procedimiento ancestral lo he descu–
bierto en una antara ele terracota, procedente de Nazca, ele la costa
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