les, a partir del gobierno eclesiástico del arzcbispo Mogrovejo, so pre–
texto de "extirpación de herejías".
En la actualidad el material para
la
fabricación de toda clase de
flautas, como las antaras y las quenas, se reduce a la caña vegetal.
La construcción de la antara, en los tiempos antiguos, requería
una técnica especial, según el material empleado. Las de arcilla cocida
revelan mayor cuidado, tanto para su presentación exterior, como para
darle propiedades ele buena producción artístico-musical. Una expli–
cación clara, al respecto, encontramos en el Apéndice añadido por el
señor
J.
M. Muelle, funcionario del Musco Nacional de Lima, al "En–
sayo sobre la Música Nazca" de André Sas, publicado en la Revista del
:rvruseo Nacional ele Lima, tomo vm, N9 l. En dicho apéndice se en–
cuentra lo que sigue: "La fabricación consistía en lo siguiente: se hacía
por separado cada uno de los tubos, sobre un palito o caña que servía
de molde, y se retiraba cuando la arcilla es taba oreada; en estas condi–
ciones se colocaban los tubos Jos unos al lado de otros, manteniéndoles
unidos por medio de una fresca pasta de arcilla que les recubría. Los
tubos debían ser escogidos, rechazándose los defectuosos o que no diesen
el sonido buscado. La parte obturada de los tubos termina en casquete
esférico; la abertura es casi siempre elipsoidal, a fin de no separar mu–
cho los agujeros, ya que en esta parte los tubos son más angostos. La
construcción de la antam ha sido de este modo perfeccionada con inte–
ligencia,
porque de estar separados los agujeros, el soplo que les diri–
giría el músico, se perdería entre uno y otro, impidiendo ligar los so–
nidos. Los tubos pueden ser de dos tipos: o completamente cilíndricos,
o fusiformes (dos y tres calibres), parecidos a las boquillas para ciga–
rrillos; casi todos se estrechan en su embocadura, y algunos, como los
de 32-817 y 818 (de las antaras del Museo Nacional ele Lima) están for;
maclos por tres segmentos de diferente calibre".
La superficie exterior del instrumento de arcilla, recibía una capa
de terracota pintada y pulida, por medio de slip y un bruñido con
guijarros, como las vasijas de Nazca. Frecuentemente llevaban decora–
ciones ornamentales. Las antaras de carrizo o caña, recibían también, a
veces, decoraciones finamente grabadas, o eran adornadas con tejidos
de hilos de diversos colores.
Otra observación del mismo señor Muelle dice: "Se tocaban las
antaras, a juzgar por las representaciones escultóricas o pintadas que
conocemos, colocando indistintamente el principio ele la escala a la
derecha o a la izquierda: hay mayor car:tidad de ejemplos con los tu–
bos gTandes a la derecha. Y se sosten ía a menudo el instrumento con
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