LA CIUDAD SAGRADA. -
El Cusco era én el Tawanti–
suyu no sólo el solio de los inkas sino la gran Kaaba, la
ciudad religiosa, el centro de los santuarios. D e aquí la
veneración, el auténtico culto que se le rendía. Hoy
mismo el indígena que se acerca o aleja de él, desde sitios
determinados, abras o apachetas, reverencia a la v1ep
capital, poniéndose de hinojos.
Ya decía en el siglo' XVI Polo de Ondegardo:
"Aquella ciudad del Cusco, era casa y morada de
D ioses, y casi no había en toda ella fuente, ni pozo, ni
pared que no dijesen que tenía misterio."
THESAURUM
Y
SOTATIERRA. ·_Como en toda antigua
urbe, son infinitos los derroteros y leyendas sobre tesoros
ocultos. Hay mucho fundamento para pensar que no
todo es fantasía. La existencia de numerosas vías sub–
terráneas, salas y depósitos de data precolombina está
plenamente comprobada no sólo por los buscadores de
"tapados'', sino por el testimonio de veraces cronistas
coloniales. Mientras no se logre emprender la gran ex–
ploración que nos descubra el misterio de sotatierra, es
preferible el régimen legal de absoluta prohibición de
excavar. Guarde el Cusco en sus entrañas el milenario
secreto.
177