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CARLOS CAMINO CALDERON

S7

Cuando se practicaba ·un acto

~ con

el exclusivo fin de

.satisfacer la vani<;lad, se decía:

-¡Campana del Carmen!

· CANASTA LLENA.-Los -fruteros del siglo

pasado

-que en su mayoría eran negros bozales que· recorrían las

calles en cansados borricos, y gritando:

-¡Frutée! ¡Eh fru–

tée!-

veridían canastitas con peros y peraperillas estropeadas

y remaduras, por las que los

nino~

sentían irresistible ten-

tación .

·

Cada

canasta llena)

se vendía a cua'rtillo; y casi siem–

pre, su contenido no servía sino para

botarlo a la basura.

Otro tanto puede decirse del

Tamalito de U·vas

1

envolto–

t

io de hojas de plátano en

el

que iban uvas reventadas y avi–

nagradas.

Los

abuelos,

ahora ñau,pas)

pensaban

_:_y

pensaban

bien!- que muchos asuntos en los que se fincan esperanzas

propíncuas, resultan

canastas llenas

e

tamalitos de

1wa.s.

· CANCHADORES.-Al presente, cualquiera que ejecu–

ta .un trabajo de oportunidad y que no estaba en su programa,

éS

un

ca1q¡chador.

JP

ro en los tiempos de Gamarra, Orbego–

St),

etc., etc., el nombre de

canchador

se reservaba únicamente

para los clérigos -y monigotes que el día de Difuntos, acudían

al Panteón

a sacar al1nas del purgatorio)

mediante respvnsos

qne eran pagados por los deudos del difunto, según el tamaño

del responso: un responso ·que podía caber en uno de esos pa–

pelitos de Alcoy para cigarros, valía un .cuartillo.

¡Barato,

a fe de San Payo, patrón de los payadores!. ..

También había que tener en cuenta la claridad del res–

ponso: un responso en .que se oía clara, y distintamente:

N

e

recorderis pecatta me-a)

etc., etc., era mucho mejor pagado

que otro el cual no se entendiera sino el

·in pace

del· fin_al.

CANDELADAS.-Las hogueras de leña de algarrobo

que ardían en las noches de vísperas, en los

Pueblos de A1'ri–

ba

(Mochumí, Illimo, Túcume, Pacora, Jayanca, Motupe y

Olmos) eran materializaciones de las promesas de los

devotos

de candeladas.

·

·