CARLOS CAMINO CALDERON
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Cuando se practicaba ·un acto
~ con
el exclusivo fin de
.satisfacer la vani<;lad, se decía:
-¡Campana del Carmen!
· CANASTA LLENA.-Los -fruteros del siglo
pasado
-que en su mayoría eran negros bozales que· recorrían las
calles en cansados borricos, y gritando:
-¡Frutée! ¡Eh fru–
tée!-
veridían canastitas con peros y peraperillas estropeadas
y remaduras, por las que los
nino~
sentían irresistible ten-
tación .
·
Cada
canasta llena)
se vendía a cua'rtillo; y casi siem–
pre, su contenido no servía sino para
botarlo a la basura.
Otro tanto puede decirse del
Tamalito de U·vas
1
envolto–
t
io de hojas de plátano en
el
que iban uvas reventadas y avi–
nagradas.
Los
abuelos,
ahora ñau,pas)
pensaban
_:_y
pensaban
bien!- que muchos asuntos en los que se fincan esperanzas
propíncuas, resultan
canastas llenas
e
tamalitos de
1wa.s.
· CANCHADORES.-Al presente, cualquiera que ejecu–
ta .un trabajo de oportunidad y que no estaba en su programa,
éS
un
ca1q¡chador.
JP
ro en los tiempos de Gamarra, Orbego–
St),
etc., etc., el nombre de
canchador
se reservaba únicamente
para los clérigos -y monigotes que el día de Difuntos, acudían
al Panteón
a sacar al1nas del purgatorio)
mediante respvnsos
qne eran pagados por los deudos del difunto, según el tamaño
del responso: un responso ·que podía caber en uno de esos pa–
pelitos de Alcoy para cigarros, valía un .cuartillo.
¡Barato,
a fe de San Payo, patrón de los payadores!. ..
También había que tener en cuenta la claridad del res–
ponso: un responso en .que se oía clara, y distintamente:
N
e
recorderis pecatta me-a)
etc., etc., era mucho mejor pagado
que otro el cual no se entendiera sino el
·in pace
del· fin_al.
CANDELADAS.-Las hogueras de leña de algarrobo
que ardían en las noches de vísperas, en los
Pueblos de A1'ri–
ba
(Mochumí, Illimo, Túcume, Pacora, Jayanca, Motupe y
Olmos) eran materializaciones de las promesas de los
devotos
de candeladas.
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