CARLOS CAMINO CALDERON
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reputársela. Todo en ella es nuestro, desde el prólogo hasta la
última página.
Luis Alayza y Paz So)dán nos presenta al autor en su vida
moza; tiene observaciones y atingencias oportunas; critica cier·
tas costumbres y leyes más o menos vetustas, y entra, de pleno,
en la crítica de la novela.
Concluye el prologuista comparando a "El Dañ..)" con las
mejores novelas de América, "La Vorágine", "Doña Bárbara",
..Don Segundo Sombra" , "Infierno Verde" de José Eustacio
Ri~
vera, Rómulo Gallegos, Ricardo Glüiraldes y Rangel,
respectiva~
mente.
En los siete capítulos de que consta
la novela de Camino
Calderón, el lector, más y más se va compenetrando con ellos.
Se trata de algo tan esencialmente nuestro, que
todos
los que
leemos el libro, y hemos vivido un poco o un mucho en alguna:.
regiones de la patria, sentimos, vivimos y comprendemos la
ver~
dad de cuanto refiere el autor. Hay en nuestra patria, todavía
por desgracia, muchos José M'guel Navarrete, eterno
y
constan–
te expoliador; muchos Guiliermos, hijos de padres provincianos
educados en la capital gue después, si no desprecian a estos, por
lo menos se avergüenzan de ellos cuando vienen del terruño,
ha~
/
hiendo formado con su trabajo o con sus ardides un buen caudal
para mejor educar a sus hijos; también existe la Sebastiana, tipo
de mujer inferior, celosa, ambiciosa y capaz de recurrir a todas
las males artes, incluso la brujería, como en este caso, para
ha~
cer el mayor daño posible a quienes supone enemigos de su vida,
de sus intereses y de su mezquindad.
Ya situada la novela de Camino Calderón en el ambiente
en que se desarrolla, destacan en las páginas de ella dos tipo de
suyo interesantes, y que no van en zaga a los protagonistas. Son
ellos: Baltasar Esquén, que entrega sus sembríos de ·arroz a Na–
varrete por el prurito de ostentación, cosa muy nuestra, y
espe~
cialmente muy yunga, y que, cuando se ve arruinado por el ga–
monal que concluye quedándose con sus tierras, no sabe
s~
ha–
cerse bandolero o cohetero, terminando por lo segundo, por ser
''maestro cohetero" mientras sus hijos van por aquí y sus hijas
van por allá.
¡y
después Lorenzo lpanaque, el famoso y temible
''malero" de Batán Grande.