CARLOS CAMINO CALDERON
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autor. No es una página imaginada.
La
conocemos desde hace
muchos años, y siempre que hemos
ani~ado
a Carlos Camino Cal·
derón para publicar esa página que a causa de las bellezas de esti–
lo, y la riqueza emotiva que encierra, nos parecía encantadora,
siempre encontramos tenaz resistencia por parte de Camino. Han
sido necesarias muchas campañas para que un pequeño grupo
de amigos -entre los que se contabap el suscrito, y Luis Alayza
Paz Soldán- lograran vencer esa resistencia. Cuando esto
suce~
· dió, el libro fue entregado a la imprenta, a regañadientes, pero
sin que el autor le hubiera hecho la menor alteración. Somos
tes~
tigos presenciales de la honda emoción conque Camino Calde–
rón escribió aquellas frases del Prefacio que dicen: "un sen
ti~
miento de respeto - hacia el pasado, me impide alterar estos
ren~
glones que en medio de una técnica ingenua y sencilla, traen a
mi memoria el recuerdo de los primeros impulsos de mi · vida
c.rtística y sentimental".
Por otra parte: ¿quién, ante la emoción que palpita en ca–
da página de
Ua
Ilusión
de Oriente, · puede pelilsar que
~o
que
allí
se
relata
es
fingido,
--obra
de
la
ima -
ginación? De no se verdad, revelaría
en
Carlos Camino Calde–
rón unas condiciones de imaginación comparables, solamente,
a
las de los más grande!t escritores de todos los tiempos.
En
efec–
to: conmover al público con 'el relato de hechos reales, de hechos
por los que ha pasado un autor, es
relativament~
fácil; pero con··
plO·:ver
al
público
con · el
relato de hechos poT
los que
el autor no ha pasado,
revela un enorme poder
imagiha–
tivo. En su sinceridad y en su respeto a la verdad, Camino Cal–
derón va tan lejos que no ha querido alterar ni los nombres de
sus abuelos. Todos hemos oído hablar de "aquella hermosa y
cul~
tísima Doña Carolina Denegrí
y
Balega que tanto brillo alcanzó
en los salones de Castilla
y
de Echenique";
y
de aquel Don Pe–
dro Denegrí, el millonario italiano de los tiempos del guano
y
del salitre.
Y:
en cuanto a Julián el ladino
y
ocurrente zambo a
quien con tanto esmero educaron los abuelos de Camino, ¿cuál
de los Íntimos
n~
lo "a conocido -cuando iba a cazar palomas al
viejo Molino de Santa Clara, mansión de los muchachos Cami–
no?
Los que conocemos a . fondo la vida de Carlos Camino Cal-