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CARLOS CAMINO CALDERON

207

autor. No es una página imaginada.

La

conocemos desde hace

muchos años, y siempre que hemos

ani~ado

a Carlos Camino Cal·

derón para publicar esa página que a causa de las bellezas de esti–

lo, y la riqueza emotiva que encierra, nos parecía encantadora,

siempre encontramos tenaz resistencia por parte de Camino. Han

sido necesarias muchas campañas para que un pequeño grupo

de amigos -entre los que se contabap el suscrito, y Luis Alayza

Paz Soldán- lograran vencer esa resistencia. Cuando esto

suce~

· dió, el libro fue entregado a la imprenta, a regañadientes, pero

sin que el autor le hubiera hecho la menor alteración. Somos

tes~

tigos presenciales de la honda emoción conque Camino Calde–

rón escribió aquellas frases del Prefacio que dicen: "un sen

ti~

miento de respeto - hacia el pasado, me impide alterar estos

ren~

glones que en medio de una técnica ingenua y sencilla, traen a

mi memoria el recuerdo de los primeros impulsos de mi · vida

c.rtística y sentimental".

Por otra parte: ¿quién, ante la emoción que palpita en ca–

da página de

Ua

Ilusión

de Oriente, · puede pelilsar que

~o

que

allí

se

relata

es

fingido,

--obra

de

la

ima -

ginación? De no se verdad, revelaría

en

Carlos Camino Calde–

rón unas condiciones de imaginación comparables, solamente,

a

las de los más grande!t escritores de todos los tiempos.

En

efec–

to: conmover al público con 'el relato de hechos reales, de hechos

por los que ha pasado un autor, es

relativament~

fácil; pero con··

plO·:ver

al

público

con · el

relato de hechos poT

los que

el autor no ha pasado,

revela un enorme poder

imagiha–

tivo. En su sinceridad y en su respeto a la verdad, Camino Cal–

derón va tan lejos que no ha querido alterar ni los nombres de

sus abuelos. Todos hemos oído hablar de "aquella hermosa y

cul~

tísima Doña Carolina Denegrí

y

Balega que tanto brillo alcanzó

en los salones de Castilla

y

de Echenique";

y

de aquel Don Pe–

dro Denegrí, el millonario italiano de los tiempos del guano

y

del salitre.

Y:

en cuanto a Julián el ladino

y

ocurrente zambo a

quien con tanto esmero educaron los abuelos de Camino, ¿cuál

de los Íntimos

n~

lo "a conocido -cuando iba a cazar palomas al

viejo Molino de Santa Clara, mansión de los muchachos Cami–

no?

Los que conocemos a . fondo la vida de Carlos Camino Cal-