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DICCIONA~O
FOLKLORICO DEL PERU
-muchos años después -
al General Iturregui, que si no
hubiera recibido el tributo de Huamachuco, hubiera tepido
que reembarcar el Ejército L;ibertador.
EMPANADA.-Los convites y pipiripaos de Nuestros
Gl.buelos remataban, indefectiblemente, con la entrada de la
clásica empanada que cubierta de banderitas de papel,
pepel–
mas
y ·confitones, era presentada por la más linda zambita
del servicio, en un azafate de plata repujada.
.
La empanada era imprescindible e insustituíble dedu–
riéndose del tamaño y adorno de ella, ia suntuosidad del pi–
piripao. H abía empanada tan descomunal, que no podía ser
presentada en azafate por la criada, y tenía que ser condu–
cida en parihuela por dos¡ robustos mocetones. ·
Era costumbre que la empanada fuera recibida con una
tempestad de vivas,
y
de aplausos.
Al día
si~uiente
del ·convite, los íntimos que no habían
podido asistir, iban a la casa
para comer el borde de la e'J11r
panada ..
.
Y era una muestra de atención delicq.dísima, que
la señ0F
de la casa obsequiara a cada uno, un trozo de la .
.empanada, diciendo: -·
Este bocadito, para la familia-
El
íntimo guardaba el
bocadito
en un bolsillo del faldón del
vo–
lante,
y contestaba:
-¡Agradezco la fineza!.
La
empanada limeña
y
las originales costumbres que gi–
raban en torno de ella, dieron origen a diversos dichos. Y
así, una mucha·cha que durante dos horas seguidas había oído
al
percunchante
hablar de todo, menos de
casaca
(
matrimo–
nio), podía exclamar:
-¡Faltó la empanada!-.
Una persona que se quejaba de que la fulanita. era muy
descortés con ella, podía decir:
-;N
o
le merezco ni un peda–
zo de empanada!-.
Un individuo que Uegaba en el momento oportuno,
lle–
gaba a la hora de la empanada.
Y
una muchacha que anun–
ciaba a otra que iría a visitarla, seguramente oía decir que
sería recibida
como
ld
empanada
:con todo gusto!
ENDEREZAMOS PARA EL MANGO? -Esta
·fra–
se equivalía, en L.ambayeque, a preguntar: