CARLOS CAMINO CALDERON
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Existían tres champuces, eri el norte, que le llevaban chi–
co y partido al de Lima:
el
de
las monjas cla1'as
-
así llama–
ban los trujillanos á las monjitas del monasterio de Santa
M:aría de Gracia de Santa Clara la Real -
el de Chiclayo, y
el de Olmos.
Respecto del primero, será suficiente decir que cuando
deseaban encarecer el valor de alguna cosa, los viejo de
Trn–
iíllo, exclamaban.-¡
Eso, és champú
p.
de las claras!
-Conw
(¡ue la benditas monjas le ponían nada menos que jugo dt>
ámbar, que cuesta un ojo de la cara!.
En cuanto al de Chiclayo, no diremos sino que el Coro–
nel \Balta, después del combate de la calle de la Verónica, en
el que sudó brea de Amotape, no encontró mejor reconstitu–
yt>nte que
el
champúz de la zañera Cande Reaño, en la calle
del Higuerón.
Y
sobre el de Olmo .
1
bravo
montonero
piurano Don
Teodoro Seminario, decía que (luien no había orbido una
chucula
de chapúz de aario de
lmo , destnenuz;ándole que–
so salado de Sangana,. ..,
removié11dolo con
ce11'Litas de dwrce
ó
mn empanaditas el
oreja de
anchO,)'lO sa ía lo que era el
Norte!.
Conque asi, limeños- mis paisanos y amigos- no hay
que ·ponderar tanto el champúz de la Matiana de la calle del
Pozo: Trujillo, Chiclayo y Olmos, pueden dejarnos en ver–
guenza ..
CHAPARRr.-·Cerro encantado próximo
a
Chongo–
y
aRe.
En el cerro de Chaparrí, los 'brujof: cultivan sus
jardines
de pajas (:Uranderas
y
pajas golpeadoras.
Allí se encuentran
toda clase ele
mischas, cóndores, huach11tmas, si11wras
etc, etc,
que emplean en sus pr,ácticas.
El cerro Chaparrí es
t1'agado1'
de hombres y animales.
Los arrieros ele Huambos y ele Llama, que conducen ganado
·á la costa, procuran no pasar la noche en las inmediaciones
de este cerro.
Cuando un brujo
male1'0
quiere perder
irrimisiblemen~
te a una persona,
llama
á
la sombra
ele ésta,
y
la avienta
ai