CARL~S
CAM.INO CALDERON
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CHICLE VERDE.-Así llaman los huaqueros trujilla–
nos á la coca.
CHIRIMOYAS DE CHICLIN.-- Todo lo delicioso,
suave, fragante y exquisito, que. obtienen los trujillanos sin
más trabajo que el de recibir y dar las gracias, se llama
clvi–
rimoya de
e
hiclín.
V ,
' f
eamos porque.. . . . ..
Cuentan los viejos de Trujilló que allá por
el
primer
enarto del siglo pasado, una de las más delicadas fruiciones
de la Excelentísima Señora Marquesa de Herrera y Valle..
hermoso, y Condesa de Valdemar de Bracamonte, era enviar
ce regalo las famosas chirimoyas ·eosechadas en la huerta de
5U
hacienda "Nuestra Señora del Rosario de Chiclín".
Verdaderas ánforas de leche y almíbar, gruesas, fresquí–
.simas v •con dos o tres semillas apenas, aquella famosas
chi~
rimoyas llegaban desde
el
valle de Ohicama en
chipas
de to–
tora, y entre mullida aapa de hoja de huabo.
Como generalmente las enviaban verdonas, la marquesa
tenía el cuidado de eo1ocar1as e
los
cajo~es
de la ropa. Allí–
entre las faldas de raso y
lo~
corpiños de hilo de Flandes, de
la marquesa, y las camisas de madapolán
y
los chalecos ombli–
gueros del marqués.--m\aduraban pacíficam.ente y de !allí
salían en artísticos azafates de plata ·cincelada, que lucían las
m·mas de los Bracamonte y de los Cacho, a procurar el de–
leite de las personas que tenían la dicha de ser obsequiadas.
A propósito de esas chirimoyas se contaba que
un~
día,
en momentos en que el Libertador dejaba la mansión de los
marqueses de Herrera donde había estado de tertulia, lleg-Ó
una carreta de bueyes portando alguno cestos
repleto~
de la
¡nirífica fruta.
Un esclavo ele la casa llamado Eufrasia -que era muy
listo y que en 1820 había favorecido, por orden ele su ama, la
fuga del Coronel español Tolrá_, presentó al Libertador una
de las chirimoyas que iban desembalando en el patio.
Dicen que Bolívar recibió la chirimoya,
y
reparando que
estaba cubierta
d~
polvo , la devolvió exclamando en voz alta