SERGIO QUIJADA JARA
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MAlRIMONIO INDIGENA
El Proceso del amor.-El
lugar se llama Conaica, es un
distrito, y como está ubicado a una altura, la mayoría de los
muchachos y de los adolescentes indíos se dedican al pastore0
mientras los mayores se ocupan en el trabajo del campo. Por
esta razón la atracción de los sexos nace al continuo ajetreo
por el mismo sitio en que pastan sus ganados. Entonces un
buen día, el joven enamorado, de cierta distancia lé arroja
una piedrecita, otra y otra hasta que ella fije la mirada son–
riente y furtivamente; y, así, procuran tejer la malla de la.
atracción a medida que pasan los· días. Luego en una mejor
oportunidad, con palabras tiernas y temblorosas, nacidas de
las fibras de su corazón, le dice a la muchacha: Sumaj pas–
ñacha, yana ñawicha, sonjo suacha: cay tantachata chas–
quíicullaway, huakchapa caspapas allin sonjoyquiwan cach uy–
cuy (Preciosa cholita, de negros ojos, y arrobador corazón: t en
la bondad de recibirme este pancito aunque procediendo de un
pobre, con tu noble y buen corazón, sírvete). Ella ruboriza–
da le contesta: maquiquimanta hinam chasquicuni. (De tus
manos así lo recibo). El mozo convencido de su triunfo se pre–
para para el:
YAYCUPACU.- Los
padres del enamorado se dirigen a ia
casa de la muchacha para tratar _directamente con los p2.·
dres, llevando consigo dos botellas· de "caña
pu~a"
(el legíti–
mo aguardiente). Al toque de los 'visitantes sale el padre y les
dice: imaipim anchuykamuhuankichic cay h uakcha quasíi–
man, mana nunca jamusjaiquichikta. (Qué milagro se aso–
man a, esta mi pobre casa, ustedes que nunca solían venir?)
El visitante mayor le responde con humildad: sumaj huayta–
chayquita jahuaspaymi jamuchkaiqui cay churíipaj (contem-