SERGIO QUIJADA JARA
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Como ya dijimos, en la tarde del primero de noviembre se
esmeran en preparar las comidas que más agradaban al ex–
tinto: chuño pasi, charqui canea, morcilla .frita, morón chu–
pe y sobre todo masa api es decir, la mazamorra de masa:
En la J'\OChe en nuevos-mates o pucus (platos de made–
ra) colocan sobre una mesa, en un cuarto aparte donde na–
die debe penetrar. En la entrada.del cuarto esparcen ceniza,
luego se juntan en otro cuartucho y chakchando, _tomando a1'–
gunas copitas de aguardiente, velan la cruz que está al lado
de alguna imagen de su devoción y que solamente el día del
dos de noviembre llevan pintada para colocarla en la cabece–
ra del sepulcro. Y si alguno ha sentido un ruido, en veces ca–
si imperceptible, de algún animalillo que pasa o del viento
que silba, dice: "almaja chayamunfÍam... Yaycumuchcanñam...
Jisós María". (Ha llegl1odo el alma ... está entrando ya .. .
Jesús María vela por nosotros) ... Y las ondas de la supers–
•.tición paralizan los corazones de emoción y de goce. Al día
siguiente, registran las cenizas
y
como en la sierra no faltan
noctámbulos gusanillos que se cuelan por entre los silentes
cuartos, o algún sapo atrevido y
hambr~ento
que merodea
fa
casa y que se ha paseado entre la ceniza, los indios dicen:
"ahí están los rastros del cordón, sí ha venido". Luego al acer–
carse a la mesa y al ver sobre todo el plato de mazamorra
que por agente'S naturales o por la preparación misma. y el
tiempo transcmrido han dejado ciertas sinuosidades, creen
ellos que ha saboreado 1a comida.
Y así, año tras
año~
recuerdan con ·desmedida creencia a
sus muertos con una oración, con un respo!!SO, con una misa
y con sus alimentos para que no se alejen nunca y que sir–
viendo de intermediarios entre el cielo
y
la tierra sean los
protectores de sus vidas
y
patrimonios.