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bre. Y felizmente se libró de quedarse "encantado", porque
no rozó todo su cuerpo con la planta.
De vuelta, en señal de gratitud y de agradecimiento, re-–
galó
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poco de polvo a la madre de la luna, quien rejuvene–
ció. Luego pasó a la madre del sol, y también rejuveneció. Y,
cuando ya
estal.iapor llegar a la casa de su padre, encontró
a sus hermanos, quienes sin preocuparse de la salud de su
progenitor, estaban derrochando el último centavo en una ta–
berna. Sabedores del remedio que conducía, con engaños· y
artimañas le hicieron emborrachar; luego se dirigie:on con–
tentos donde su padre.
-Aquí te traemos el remedio -dijeron al viejo-· quien,
después de pasarse por el cuerpo con un poco del polvo, reju–
veneció completamente. Nosotros somos los que nos hemos
preocupado de tu salud. Sufrimos muchas penurias, hambre y
frío. ¿Y qué es de tu hijo, el menor a quién más le adorabas?
El padre
agrad~cido,
prometió darles más dinero y ha–
cerles casar con dqs lindas üustas.
El menor desconsolado llegó al lado de su padre, éste le
increpó y le dijo: tú has sido mi mejor hijo y por eso confié
más en tu bondad y no creí que me ibas a pagar con esta in· •
gratitud. Luego mandó llamar al jefe de los Varayos para que
lo sentenciara a la pena de muerte, y sea, por consiguiente,
quemado vivo, en la plaza para escarmiento de los demás. Y
cuan¡:!o ya estaban por quemarlo, en presencia de todos los
comuneros, se presentó una hermosa ñusta, de ojos azules
y
de cabellos dorados, que acercándose al padre del presunto
víctima, le dijo: conoce Ud este dedo y este anillo? Es de sn
hijo, verdad? Gracias a él fuí desencantada. El es el que ex–
trajo el remedie que rejuvenece. Entonces el padre junto con
los varayos mataron a los otros por ingratos, crueles y menti–
rosos.
El hijo menor contrajo matrimonio con aquella hermo–
sa aclla y vivió feliz en medio de la admiración del puel:>lo.
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