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SEkClq

~tJIJADA

JARA

171

EL POLVO QUE REJUVENECE

.

El padre de tres jóvenes se había avejen tado mucho a

raíz de sus sufrimientos. Los dos mayores pretextando que

iban en pos del milagroso polvo pidieron los ahorritos de su

padre y se mandaron mudar. Y como el padre se volvía más

viejo y no regresaban sus hijos, emprendió viaje el tercero,

pero con la sana intención de volver con el remedio.

Cansado, después de largos días de caminata y luego de

haber preguntado a cuantas personas encontró en su viaje, el

lugar del milagroso polvo, ingresó, por suerte, a la casa de la

madre de el Sol, y la señora compadebda de su quebranto,

ofreció preguntar a su hijo.

-Tú,

que caminas por todas partes, ·debes de saber el si–

tio donde se halla "el polvo que rejuvenece''. Eso está muy le–

jos, le respondió, para llegar hay que pasar t res clases de dos:

de leche, de sangre y de barro. Se pasa solamente con mi res–

plandor.

La madre cortó un poco de su resplandor• y .se lo dió al

muchacho. Y en efecto,

at~·avesó

los ríos, casi sin dificultad.

Y, como llegó la noche, ayudado por la suerte ingresó a la ca–

sa de la madre de la Luna, a quien p,reguntó por el remedio.

Compadecida también interrogó a su hija, y la luna le res–

pondió: hay que subir al cerro de en frente y luego por unas

gradas se llega a una casa "encantada" cuya puerta está ro–

deada de una hermosa planta de rosas blancas.

El viajero al fin lleg'Ó. Abrió con cuidado la vetusta puer–

ta para no 'Ser sentido por un grandazo perro que dormía cer–

ca. Sobre un "poyo" y dentro de una ollita de barro, empol–

vado por los años encontró el milagroso remedio. Salió con

el

mismo cuidado, pero, al anancar una rosa, la planta le quitó

el dedo donde po1·taba un anillo con su correspondiente nom-

-

.