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raquitismo, a causa de la gran cantidad de vitaminas que consume

en su alimentación.

Ahora bien, para facilitar el trabajo de parto, la gente se vale de

algunas maniobras que tienen por objeto obtener el "encaje" o ex–

citar la musculatura uterina.

Entre las primeras se encuentra la que preconiza: ''colgar de los

sobacos a la enferma" o hacerla cabalgar sobre una sábana retorcida

que sacuden de arriba a abajo los familiares de la enferma.

Respecto a las maniobras excitantes merece mención la que con–

siste en "sobar la parte baja de la barriga, refregándola luego ·con

grasa de iguana (Podinema teguixin) ".

Cuando ''las fuerzas'' para la expulsión no son suficientes se

aconseja "poner a la enferma un sombrero de hombre y hacerle mor–

der una suela''. Esta práctica, aparentemente ridícula, no tendrá

algún valor

~ simbólico,

con la cual se pretenda dar a la enferma un

poco de la osadía

y

del coraje que todos atribuyen al sexo masculino?

Lo de la suela es fácilmente ex licable, pues, a todas luces, se trata

de impedir que a enferma pueda e ars algJlp. da '"' o en el momento

del dolor, facili 'n e al mismo tie p

qu

a con el ' o amien-

1 r, no obs–

n efecto,

,

~

acostumbrase da¡

t de restos

de cabra". Est

e placenta

que la gente gu

e

especiales con el corazón

de zorrino y el buche de avestruz, dos elementos organoterápicos im–

poo-tantes de la medicina popular. Entre los peruanos existe la creen–

cia de que la placenta de la llama ayuda o favorece el parto.

Para los casos en que se deba hacer ''despedir'' el feto muerto,

dan a beber a la enferma un "té de flor de chacra" (estigma ·de

maíz) o la infusión de una planta que se conoce con el nombre de

' ' calafchin' ' (Petiveria alliacea) .

Mas, suelen darse, también, otros tes 'durante el período expulsi–

vo, que no tienen ning

"Q.na

influencia sobre la contractilidad de las

fibras musculares del útero. Entre ellos, el más usado es el ''té de

jarilla (Larrea divaricata)" o la infusión en "vino caliente de polvo

de carozo de dátiles". Esta última receta se encuentra en la "colec–

ción'' del doctor Mandouti en la siguiente forma: ''Toma dos escudos

de hueso de dátiles en polvo, en vino generoso, que aflojarás''.