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EL MAL DE RABIA

Recientemente ha sido introducida esta palabra en la nomencla-

tura popular. Antes, figuraba entre las enfermedades demoníacas.

Algo hace la ciencia, cuando descubre no sólo el origen, como en este

caso, sino la terapéutica específica. Como siempre, el pueblo tarda

en adoptar nombres y procedimientos modernos. ¡,Espera que la

moda pase y se decanten las virtudes de tanta alardeada panacea?

Quién sabe. Pero lo cier to es que la cautela está justificada.

Para curar el ''mal de rabia'' el pueblo usa ''el jugo de la penca

de quishcaloro (Opuntia Kiscaloro) ", cuyo nombre, decían que sig–

nificaba ''espina del loro''. Pero, en realidad, proviene del quichua:

Quishca-ruru: fruto espinoso.

Ya sabemos que dicha planta no puede curar el "mal de rabia".

t

Pero cómo haría el pueblo, aun conociendo las vacunas antirrábicas

de Pasteur, para aplicarlas, si no las tiene y no tiene tampoco un

~édico

ni un si pe' '

muchas leguas a la redonda?

bibl'oteca

Se ha difer ncia

~~~

cialización. Ahor

''mal de aguas '

or de ''riño-

nes'' o lumbago,

1a lumbar, es un "mal de riñón".

Y

procede en consecuencia. Por dentro, las tisanas de ''agua de

sunka de choclo"

y

por fuera las unturas

y

friegas de "grasa de

iguana (Podinema teguixin) ".

EL MAL DE LOS SIETE DíAS

Las enfermedades más dispares, los síntomas más inverosímiles

son reconocidos en este mal, de modo que cuesta saber cuál es el

verdadero. En la duda nos abstenemos de definirle.

En lo que la gente se ha puesto de acuerdo es en lo que respecta

a la etiología de la enfermedad.

Asegura~

todos que para evitarla

no debe sacarse al niño afuera antes de los 7 días, pues, el "aire"

es la verdadera causa del mal.

En el tratamiento, de carácter mágico, es posible encontrar ana-