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nema teguixin) " y

la

aplicación de hojas molidas de loconti (Cle–

matis hilarii) en la muñeca-" cor respondiente al lado del dolor".

En algunos casos, dentro de la muela cariada fórmase un gusanillo,

que llaman simplemente "el bicho'',

y

el cual se cura "haciéndola

comadre

á

la araña". Para ello el enfermo, estando en ayunas, saluda

a una araña y la escupe encima, quedando de este modo establecido

un vínculo casi de parentesco con el insecto, que al paciente se cui–

dará muy bien de romper si quiere que, en cambio, la araña le cure

de su dolor. Mientras la araña realiza el milagro de la curación el

paciente o la paciente resulta "cumpa" o "cuma" según el caso, es

decir compadre o comadre del animal.

Se preconizan también contra este mal los buches con ''agua de

jarilla (Larrea divaricata) "; de "atamisqui (Atamisquea emargi–

nata) ' '; de ' ' quimpi (

¡,

Senebiera pinatífida o coronopus didymus

~)

o de cocimiento de ''orégano con aguardiente''.

Pero si el enfermo continuase sufriendo el "dolor de muelas''

¿quién no recom-endaría al paciente una ''cura de palabras''?

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que saben hacerla. Por lo demás, el pro-

es bien sencill . a -· t •e

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isip co o si fuera aventado

por el

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Esta ''cura de palabras'' puede hacerse también del siguiente mo–

do: ''se pregunta cuál es la muela comida y se cuenta hasta treinta,

muela por muela, y después de treinta a cero", en idéntica forma.

Concluída la operación se le pega ''un chirlo'' o palmada del lado

del dolor mientras se dice: ''ya está curado''. . . ''sentirá luego un

dolor fuerte''. . . ''ese dolor será el último'' (anotemos solamente la

siguiente observación: ¿tanto el número treinta como la repetición

triple de la sugestión no tendrá que ver con la influencia de los

numerales sagrados o será una simple casualidad?).

Un "curandero" del dolor de muelas", Don Pedro Soria, de El

Albardón, Departamento Mitre, solía colocar al paciente una bolsita

colgada del cuello a modo de escapulario

y

recorriendo los alrededo–

res del rancho en busca de un talismán, solo y enigmático, volvía,

después, trayéndolo escondido. Acto seguido encerraba el talismán

en la bolsita

y

cuando había cesado el dolor, arrojaba el talismán al