[512-514]
Convocó el Judío a su hija, su mujer y su hijo para que vie–
ran aquélla, y en presencia de los tres se dispuso de nuevo a
hacer una segunda incisión. Quedóse aterrada
la
mujer, aun–
que inorédula, a Ja vista de télinta sangre derramada. Pero
él,
persisbendo en su perverso conato, echó mano de un clavo y
un martillo a fin de conseguir tala<War por tod0S sus partes
aquella Hostia, que por estar consagrada era a:siento y mo–
rada de Nuestro Señor Jesucristo, sin entem.ecerse lo más
mínimo su endurecido y diabólioo corazón en presencia
de
aqU'el gran derrama.miento de sangre. [512] F'ué su mujer
la .que, a la vista de aquel estupendo milagro, no pudo me–
nos de recriminarle: "¿Cómo no te enterneces, oruell, iinfehz,
miserable, cómo no se ablanda ni siqui•era
un.
poquito, por
muy poco que sea, tu diabólico corazón ante un milagro tan
asombroso como és·te? ¿He de creerte ciego cuando no te veo
reacciona.irante espectáculo tan maravilloso? ¡No ·en balde los
cri•stiianos ·adoran e invocan a su Saivaidor, [513] que per–
vive entero, a pesar de haberle tú herido y maguUa:do de
manera tan monstruosa. Acaba ya de una vez y sáciese con
la monstruosidla.d que a:cabas de cometer toda tu perfidia y
tu maldad! ... Adórale conmigo." Eintonces el
Ju~o,
montan–
do en cólera, a•rrojó a la Sagrada Forma con vesaniJa saJtánica
en Jas llamas de un fuego ardentísimo, sin que con ·esto con–
siguiera desfogrur su ira, pues ·al mismo tiempo que la arro–
jaba, la Hostia se escapaba de 1ais llama:s y voJaba por el
aire no de otra forma que un sol esplendoroso, iI1radiando
su luz y su resplandor. [514] A la vista de lo cual,
eil
Ju–
dío, más perverso aún
y
más diabólico que el mismo demonio,
empuñó encolerizado un cuchillo de cocina, obstinándose en
partir la Sagrada Hostia; pero todo
~ué
en vano, pues
po:r más empeño que puso en su satánica empresa, no sólo
no logró nada positivo, sino que, muy por el contrario, el
761